miércoles, 3 de marzo de 2010

DESDE LEJOS.

Te encuadro desde lejos, francotirador de cámara con objetivo mágico: en el jardín, con los invitados esperando, preciosa de vestido blanco y flores. Tengo el primer plano de tu rostro tan cerca como para besarte. Será lo más que me aproxime a ti.

Froilán, mi hermano gemelo, sonríe, abraza al cura y se te acerca por un lado. Antes de ofrecerle tu mano para dirigiros al altar, das una vuelta, levantas el vuelo completo de la cola de tu vestido y, como si ahuyentaras un pétalo de flor de tu fino guante, me envías un beso. Directamente al objetivo.

Paras el tiempo ralentizando el apretar tus dedos sobre su brazo, te mueves como cuando te tendías sobre mí con movimientos felinos. Pero sabes que no surgiré de los árboles para rescatarte. Así lo pactamos: Si el original salía del hospital y llegaba a tiempo, yo, el suplente hasta la boda, me retiraría.

Espero lo justo para verte decir sí, te retengo un último instante, disparo y apago. Y a ti te fotografío.