domingo, 30 de noviembre de 2008

Un pálpito hecho voz

LLevo implícito el perfume de tu cuerpo en mi sangre,
anoche te abracé tan fuerte que sentí
como mi pecho absorbía el tuyo.
Te adentraste en una aurícula y allí,
con el peso de tu existencia, desplazaste de su sitio al alma,
ese aire turbulento que ocupa el punto más meridiano
de todo mi incansable músculo.
La empujaste tan fuerte
que por las arterias se me escapó hasta la garganta
y grité tu nombre en forma de sonrisa.
Entonces te recuperé de nuevo,
esta vez como un sonoro recuerdo y así quiero conservarte
para que cuando el inconsciente me invada
hagas eco en mis recovecos
expandiéndote por mis espacios
con cada uno de mis impulsos nerviosos.

"After hours"

Apoyada sobre la puerta puedo intuir bajo las sábanas tu cuerpo recortado por la luz
que se escapa de entre las cortinas,
en él, ese surco que es tu columna,
el mismo que hace pocas horas fue objeto de nuestras risas y juegos.
Todavía hay quien dice que el contacto de una piel sobre otra no deja huellas
y yo digo que no es verdad
pues desde este ángulo puedo distinguir
las marcas de las comisuras de mis labios rodeando tu cintura.

Contrariedades

Qué atípica la vida... ¿no te parece?
qué poco fiel, qué poco estable

con el sol inclinándose cada día más al Oeste
con la ciencia descubriendo supernovas donde antes había cielos vacíos
con briznas de hierba naciendo en el suelo desnudo.

Qué atípico tú... ¿verdad?
con la inteligencia reflejada antes en tus ojos que en tus palabras
con la suavidad puesta en tu voz en lugar de en tus manos
con el cariño meciéndose en tus labios y no en tu corazón.

Qué atípica yo... ¿no crees?
Con la atención clavada en el suelo cuando te siento cerca
con la sonrisa esbozada ante el dolor más duro de la vida
con el deseo de que leas lo que escribo aun sabiendo que no te interesa.