sábado, 31 de octubre de 2009

BAJO CONTROL.

Una mínima composición visual previa al relato:

Perspectiva de la esquina oeste del castillo de Pearlborne, desde donde se observan dos hileras verticales de ventanas, una por planta, a las que se podían acceder y salir usando dos escaleras paralelas de hierro forjado en los hornos de Irlanda.

Los hombres que subían por una, se desprendían de una prenda por ventana, según hasta el piso en el que salían de la escala y penetraban por la ventana entre otras cosas.

Los que bajaban por la otra, si lo hacían con la prisa que dan los devaneos amorosos, se iban encontrando una prenda por ventana y justo en el orden que se tiene al vestir. En concreto, aquél que bajaba desde el último, desnudo, se encontraba un calcetín, última prenda en quitarse el que subía hasta dicha altura: Orden inverso.

De este modo, los amantes que volvían llegaban vestidos -corbata incluida, el castillo tenía muchas alturas- a su coche y se marchaban del lugar.

Desde el templete del inmenso jardín, con la perspectiva aludida del castillo, Sir Leonard W. P., décimoquinto conde de Pearlborne, tomaba nota precisa de las idas y venidas, entradas y salidas, para elaborar, gracias a la colaboración de su bella esposa y sus seis jóvenes cuñadas recién casadas, una exacta estadística de la infidelidad conyugal en la Inglaterra de mil novecientos sesenta y cuatro.

viernes, 30 de octubre de 2009

PIROPOS Y LISONJAS DE ANTES

Si la mar fuese de tinta
y la tierra de papel,
jamás se podría escribir
lo bonita que es usted.

Tienes unos ojos niña
y unas ñiñas en tus ojos
que esos ojos y esas niñas
son las niñas de mis ojos.

No hay lunita más clara
que la de enero,
ni amores más queridos
que los primeros.

Como vienes del campo
vienes airosa;
vienes coloradita
como una rosa.

jueves, 29 de octubre de 2009

Viaje en metro

Cuando viajo fuera de mi ciudad por cuestiones laborales, no me gusta coger el metro, pero aquel día, al ser “hora punta” me decidí para evitar atascos.
Después de meter varias veces las monedas que escupía la máquina sin piedad, logré sacar un billete.
Toca pasar el control ¿Por qué la ranura del torno siempre está al otro lado de donde me coloco? Suena un bip-bip y el chico que está a mi lado se cuela por la puerta que ha abierto mi billete. Me sonríe con descaro y sale corriendo hacia el andén por el que se escucha rugir la fiera.
Un empleado contempla en la distancia mi peripecia pero no se acerca siquiera. La gente pasa corriendo por un lado y otro mío con mirada asqueada por mi torpeza. El metro está casi en la parada. Introduzco de nuevo el billete por la ranura del otro lado pero la máquina lo escupe porque ya estaba validado, de forma que ante la premura de la llegada inminente del metro decido probar mi forma física saltando por encima de la barrera.
Sólo me faltaban 2 escasos centímetros cuando mis pies tropezaron con el borde superior y fui a caer de cabeza justo al otro lado. ¡Qué golpe! ¡Qué sonido atronador en esa estación! Aquel ruido seco acompañado de un alarido desgarrador, hizo que dos chicos se volvieran a mirar por si era la estación, la que se hundía tras sus pasos. Ahora sí que logré conmover al empleado. Mi cara comenzaba a hincharse. Me dolía todo y lo que más el amor propio. Entre los dos chicos me coloraron en pie y rechazando la ambulancia que el empleado me ofreció gentilmente me fui caminando lo más dignamente que pude hasta el andén a esperar el metro siguiente.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Capuchino

Desde que mis gafas se han roto, lo veo todo “torcido”: Desde los cuadros de las paredes a mis días, unas veces tan cortos que quisiera poder multiplicarlos, y otros tan largos que se asemejan a pequeñas eternidades… felicidad y tristeza, entusiasmo y apatía. Y el teclado esperando… Me tomaré un café, capuchino.

domingo, 25 de octubre de 2009

Conceptos básicos (3).

BALLET CLÁSICO:

FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS.

De todos los manuales que hemos hojeado en la biblioteca para ir cogiéndole el pulso a la Danza Eterna, escogimos el “Báilese usted mismo”, tomo III, de Estefan Dango y exponemos algunas posturas elementales hallados en el mismo:

Posición de la Libélula mansa: Recogida en la recogida de la lechuga en Leningrado y Moscú del Sur, donde se entrega el último cogollo sobre un único pie, rodilla flexionada, y gafas sobre el pelo recogido hacia atrás.

Posición de Cruz o Cruzados: También de origen agrícola, la postura representa la entrega de las patatas tempranas, recolectadas de dos en dos, para pasar con prisa la de la mano derecha al camión o carro de la izquierda y viceversa, pero al mismo tiempo.

Posición Tensa: Las llaves del apartamento común, por culpa de ataques de nervios o por la custodia de los hijos, nunca se entregaban de forma relajada. Esto dio origen a esta dificilísima posición, en la que se mantiene en todo momento una sonrisa que da miedo.

Posición de Antonomasia Bailadora Absoluta (La Paba): Los melones se cogían por detrás, espalda recta, restregándolos con suavidad y firmeza, sin mirar, brazos en alto durante un par de segundos y breves cosquillas axiláticas. Cayó en desuso al llegar la moral victoriana, pues no tenía nada de origen agrícola.

Para complementar este estudio, nada mejor que acudir al tratado práctico “Vuelo volátil sobre tu tutú”, de Iorbedina Lobayvova, la divina solista del Bolshoi, que en su página 62, párrafo cuarto, expone:

“Si bailas recién levantada, quita a los niños de en medio y acolcha los pomos de las puertas y los cantos de las mesitas de noche. Si lo haces antes de acostarte, gira y gira y consigue que tu pareja, tu alma gemela, cuelgue sobre tus brazos una suavísima camiseta recién lavada hasta que se seque gracias a tus vertiginosos giros. Para que luego digan que no tiene utilidad esto del ballet, kapitialista puerka”.

La divulgación parece disminuir la grandeza de lo llamado a ser propiedad de unos pocos, pero gracias a los estudios mencionados, cualquiera puede meterse de lleno en el espíritu de la danza clásica, ya sea a base de saltos y elevación de los glúteos o la bajada de éstos para sentarse después de haber pagado la entrada del patio de butacas.

Ustedes deciden.

sábado, 24 de octubre de 2009

CARTA DE SANTA POLAINA A LOS TEBETEOS.

Hermanos:

Maldigo todos vuestros páncreas a partir de las diez de la mañana de hoy.

He sabido por la abadesa/madre superiora /jefota del mi convento situado en vuestra villa la que le habéis liado este fin de semana anterior. Dirijo especialmente estas letrillas, con dolor en mi corazón, al soplabollas que tenéis por regidor/alcalde/mandón, que a la vista de los testimonios se quedó pusilánime, quieto y arropado de mantas y prototipos de edredones. Intolerable.

Conocéis de sobras el motivo de mi ardorosa misiva, pero no me importa recordároslo, en titulares, para que no vuelva a repetirse o, por mis callos, que hago una rogatoria y os llueve hasta debajo de las alfombrillas de baño.

Una tuna es una tuna. De acuerdo. Si se le meten ritmillos recién llegados del Caribe, se mueven las pajarillas y, con letras adecuadas, se deja oír. Pero que haya llegado hasta mis oídos que mis ciento once monjas han hecho lectura de maitines al compás de “darle a tu cuerpo alegría, Ana Bolena, que manque sea sin cabeza tú sigue estando güena…”, etc., por ahí no paso.

En vuestras manos lo dejo, a sabiendas de que el concejal de fiestas tomará nota de mi enérgica protesta y ensayará sus carnestolendas en el patio de su casa, que es particular.

Siempre vuestra, Polaina de Menjíbar y Chascarra, directora, fundadora y administradora única (según escritura de constitución) de la Orden de la Metralla.

jueves, 22 de octubre de 2009

Novedades

Amigos y amigas del alma:
Sé que Loren no es muy dado a estas cosas pero como yo también formo parte de esta noticia pues me doy el permiso de informar.

El próximo sábado a las 8 de la tarde, la asociación literaria a la que pertenecemos dará un recital en la Plaza de Santa Isabel o en El Perro Andaluz en caso de lluvia.

Está mal que yo lo diga pero está currado a muerte y está precioso. Mucha poesía pero también mucho dramatismo y muuuuuchas sorpresas.

Me encantaría que estuviérais allí aunque fuera sólo el tiempo de daros un beso.

Mil abrazos.

miércoles, 21 de octubre de 2009

DECISIÓN.

Ayer mismo tomé la decisión. Mi mujer y mi hijo no me acompañarán. Ellos sabrán lo que hacen.

Soy amante de los árboles; desde que nací. Jamás he mutilado una rama. Si acaso, he ayudado a podarlos como hacen los peluqueros de todo el mundo. Pero el que tengo delante me tiene amargado. No para de crecer multiplicando sus tupidas hojas y, al final, ha conseguido taparme las extraordinarias vistas que siempre he tenido del valle y las montañas. Intenté protestar:

-Antes del mediodía no tengo apenas luz, es peor que una nube negra, -dije delante de un buen número de vecinos.

-No talaremos ese árbol por ti. Sal más, muévete y mira desde otro lado tus montañas, -me contestó un viejo, a quien nadie discutió su autoridad moral.

Después de una semana no lo dudé: Me mudé de árbol. Mi mujer y mi hijo, que viven en las ramas más altas, no me acompañarán. Ellos sabrán lo que hacen. Pero, al despedirme,

-Vuelve cuando quieras, Tarzán -me dijo Jane.

PREMIO NOBEL ¿MERECIDO?


No, no me cae mal este señor, me parece honesto y con talante conciliador.
Pero ¿qué ha hecho para merecer el Nobel de la paz?
No ha levantado el embargo a Cuba, no ha eliminado en su "democrático país" la pena de muerte, tampoco ha cerrado Guantánamo, etc. En cambio, se propone instalar bases militares en un país latino americano.
Es posible que el jurado que concede esto premios se lo haya otorgado como inversion de futuro; pueden ocurrir dos cosas, una que tome conciencia de lo que el premio significa en sí y trabaje duro por la paz, y dos, que se le suba a la cabeza, lo endiose y crea que ya ha hecho suficiente y no trabaje en ese sentido (el de la paz). Bueno, el tiempo dirá si hace honor a tan prestigioso galardón y no defrauda.
Podría haberlo rechazado -otros lo hicieron- pero él lo ha aceptado, eso sí, con humildad; esperemos los resultados.

martes, 20 de octubre de 2009

AGILIDAD.

El día catorce de septiembre de 2009, a las doce y media de la mañana, John Mapplestore, cuarenta y ocho años, pelo rizado y negro, tez blanca, unos ochenta kilos, metro setenta, entró rompiendo la puerta del establecimiento de la calle Michigan esquina Melbourne cargado de una escopeta.

-¡Esto es un atraco!, -gritó.

Los presentes no hicieron preguntas. Se deshicieron de sus carteras y billeteras y las pusieron en una bolsa.

Antes de salir sin un centavo del local, sólo Albert Placer, cincuenta años, pelo cano, rostro lleno de viruelas, metro setenta y cinco y ochenta y ocho kilos, fue capaz de hablar mirando hacia el atracador:

-Cuando decíamos que tus precios eran un atraco no lo decíamos en serio, John. Al menos, podrías dejar que nos lleváramos la compra.

-Tienes razón, Al, -respondió John mientras se anudaba el delantal-. Coge las bolsas y repártelas. Yo sólo trataba de que la cola para cobrar fuera más deprisa.

domingo, 18 de octubre de 2009

MONTAÑA IMPRESIONANTE

Subí de la montaña
hasta la cumbre
y contemplando
desde aquella altura
la bella inmensidad
que la rodea,
silenciosa quedé
de asombro muda.
La maravilla
que ante mí tenía,
con palabras
no puedo describirla
hay que tenerla cerca
y admirarla,
llenar el corazón
y los sentidos
de tan alba hermosura,
soberana.
Al descender,
antes de despedirme
quise posar en ella
una nueva mirada
y llena de emoción
sólo le dije:
Yo me inclino ante ti,
Sierra nevada.

TURNOS.

Norma Bowles, la gran dama de la pantalla, se miró al espejo y se convenció de que todavía era capaz de seducir a cualquiera. Se dijo “basta” a la soledad, se maquilló y se fue al cine. A verse de joven.
Thomas Bellenger, ardiente seguidor de Norma, la llamaba todas las semanas, cuando el repartidor de flores le confirmaba haber hecho la entrega del ramo a la diva en propia mano.
Ella no le respondía nunca. Se sentía capaz de encontrar el amor como mujer, no como un mito. Pero tantas flores le hicieron mella.
Thomas tuvo un accidente y ella se enteró por casualidad. Fue a verle al hospital y él se lanzó a hablar en cuanto la enfermera terminó la cura diaria de la herida.
-Lo siento, señorita Bowles, -dijo Thomas-, ya no puedo enamorarme de usted. Ahora sé que ha venido a verme para cuidarme mientras estoy enfermo y quién sabe si para que le cuide yo cuando sea vieja, teniendo en cuenta nuestra diferencia de edad. Hay momentos en la vida en que se nos presenta una oportunidad de amar, ese momento único que no hay que dejar pasar, sin pensarlo, y arrojarse en unos brazos que reman un barco que pasa, como el propio río de la vida por delante…
Norma bajaba por el ascensor más o menos por lo del “momento único” del discurso de Thomas mirando al techo.
Cogió su agenda y se dirigió al domicilio del situado en segundo lugar de su ranking de admiradores incondicionales, un tal Lawrence Ford, economista. No vivía lejos de allí, pero llamó antes para saber si se encontraba bien de salud.

SEGUIMIENTOS.

De todas las camareras, en tantos caterings a los que he tenido que acudir, sólo me interesaba ver los ojos de una. Su altura y la altura a la que llevaba la bandeja en alto, suponían contentarme con su trenza, gruesa, brillante y castaña, que adornaba los canapés que ofrecía.
Antes de ayer, desesperado, soborné a una encargada de la limpieza que puso en su taquilla unos tacones negros, altos pero muy cómodos.
Al ver su trenza más alta, supe que había aceptado el regalo. Me acerqué y, ahora por fin mirándola a sus ojos, la saludé con un brindis:
-Hola, Sagrario, -le dije a mi cuñada.
-Hola, Segis, -me contestó- coge de los de salmón con queso, que están buenísimos.
Con las manos llenas de canapés, dirigí mi vida a descubrir quién sería la mujer del vestido rojo que dejaba ver unos preciosos hoyuelos en los músculos de su espalda. Pero no había prisa, de modo que miré hacia la ventana cuando ella se dio la vuelta. De vuelta en casa, me pegué contra el marco de la puerta del cuarto de baño al ver el vestido rojo tendido en mi cama.
-Ni me has mirado en la cena, cariño, -me dijo Laura cuando terminó de cepillarse los dientes-. Es un vestido nuevo, para darte
una sorpresa.

viernes, 16 de octubre de 2009

ORDEN Y CONCIERTO.

La comitiva fúnebre ascendía lentamente por la suave pero pronunciada ladera, con una magnífica organización en los aspectos técnicos de un grupo que se precie para este menester: Ni todas las mujeres lloraban al mismo tiempo, confundiendo y quitando valor al llanto individual de las plañideras solistas, ni todos los hombres sostenían el ataúd de seguido, sino que, en un orden establecido de antemano, recios brazos se alternaban en la carga. En el punto máximo de sensatez, cuando el lado izquierdo de los porteadores se tambaleó por un resbalón inoportuno, el mismo muerto bajó con agilidad de la caja y, como el primero, se echó la pesada carga al hombro. Antes de llegar a la cima, uno de los mozos, con la misma delicadeza, le relevó y ayudó a ponerse de nuevo en su lugar. En el final del camino, ahora sí, las mujeres lloraban al unísono.

jueves, 15 de octubre de 2009

PATIO DE LA INFANCIA


Patio de mi infancia,
luminoso y blanco,
siempre te recuerdo
como te dejé,
lleno de geranios,
jazmines y albahaca.
Patio de mi infancia
jamás te olvidé.
Por la tapia trepa
una enredadera
con sus campanillas
llenas de color;
en las largas tardes
de la primavera
el bello conjunto
esparce su olor.
Pasaron los años
y no he vuelto a verte,
pero no por eso
de ti me olvidé.
No sé qué daría
por verte de nuevo,
patio de infancia
patio de mi sueño.
Tú fuiste testigo
de todos mis juegos
recuerdos de niña
en ti yo dejé,
ha pasado el tiempo
y aun te recuerdo.
Patio de mi infancia
patio de mis sueños.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Marisma Desecada (Aguafuerte II)

Nació una flor al pie de unas ruinas...
(Mercedes de Velilla)

Urbanista que deslinda urbes.
Que deseca paisajes
para cultivos futuros

que jamás poblarán las grietas,
fosilizadas de sal.

Que vengan las aguas y encaucen
línea abajo esta sed,
que las aves zancudas
te vuelvan a inundar.

lunes, 12 de octubre de 2009

OCASIONES Y MIRADAS

De pronto, sin esperarlo, nos quedamos en casa solos, sin las niñas y sin el abuelo. A las primeras se las llevaron nuestros amigos, para un día entero, y mi hermana vino a por mi padre, para pasar juntos el fin de semana en la sierra (una raya en el agua).

Cuando la puerta se cerró, nos miramos cómplices y nos dijimos: ¡al cine ahora mismo! No íbamos desde hacía tres años. Eran las doce de la mañana y en Internet nos aseguraban que, aunque la película empezaba a las doce, había una sala (la quince) que la proyectaba a las doce y media.
Corrimos como locos para llegar a tiempo, cosa casi imposible, si tenemos en cuenta que habíamos de llegar a la ciudad.

Estábamos en la taquilla a las doce y treinta y cinco; todo un récord. Al comprar las entradas nos dijeron que no, que había empezado a las doce y que no se ofrecía ningún otro horario especial. Nos desinflamos, nos frustramos. En fin, “qué le vamos a hacer. Lo hemos intentado”.

Bajamos al aparcamiento del centro comercial, desértico y oscuro como él sólo. Nos metimos en el coche. Álvaro arrancó. Nos miramos. Nos reímos. Paró el motor de pronto…

Estábamos demasiado guapos ese día, y nuestra cama, demasiado vista.

jueves, 8 de octubre de 2009

POR ESCRITO

Me diagnostiqué con precisión y me lancé a un informe claro. Después de, al menos, rechazar un imperdonable “hemos”, pasé a escribir:

“He perdido el sentido del amor. Habrás observado que no me río con las últimas caricias, ni me parto de risa con esos orgasmos compartidos, los únicos que reconozco oficialmente, ni…”

La vi pasar a la azotea, me levanté y, al abrazarla, no solicité una puesta al día de esos maravillosos calambrazos simultáneos, sino que le pedí que se volviera y me mirara. Lo hizo, y su sonrisa, una vez más, me sorprendió sin preguntar.

Arrugué la hoja escrita y volví a aprender que al que se lo han dado todo en esto del cariño, lo valora mucho más si cree haberlo perdido. ¿Que, además, no era éste el caso? Pues mucho mejor.

EL VIENTO

El viento silba en la noche,
se cuela por las ventanas;
¿de dónde vendrá este viento
que me desvela y alarma?
Igual da que sea levante,
norte, sur, la tramontana,
de donde quiera que venga
siempre temo su llegada.
Es que sopla con tal fuerza,
y con tanto brío pasa,
que va arrastrando con él
todo cuanto al paso alcanza.
Creo que el viento se asemeja
a las pasiones humanas,
arrastran cuanto a su paso se opone,
y no las detiene nada.
Pasan de un lugar a otro
con tan frenética danza
sin concederse reposo
ni descanso para el alma.
El viento silba con fuerza,
pero cuando ya se amansa
veo lo efímero que es,
como la vida, que pasa.
Creemos que no termina
que jamás se nos acaba.
Pero igual que a la hoja seca
la lleva el viento y arrastra,
así volará la vida, como el viento,
en alguna madrugada.

domingo, 4 de octubre de 2009

LA HORMA DE SU SANDALIA.

Los dioses estaban muy enfadados con Heracles, el semidiós eternamente enfrentado y ganador de los moradores del Olimpo. Sus trabajos y hazañas ridiculizaban la voluntad de quienes debían ser incontestables.

Heracles se acercaba por el valle; nada parecía detener su camino, y, para ganar tiempo, a Helios se le ocurrió precipitar la noche.

En la madrugada, Hades heló un río y lo pulió con su aliento. Lo sacó de su curso y lo clavó en el valle delante del Monte de los dioses.

Al despertar, Heracles se frotó los ojos. Tenía ante él un hombre con unos brazos como jamás había visto. Hizo ademán de atacarle, pero su oponente era tan rápido como él. Molesto, le ordenó que se apartara en su camino a la residencia de los dioses, donde pensaba reclamar el último trofeo por la mayor de sus hazañas terminada: Recuperar su reflejo y recordar su rostro. El otro no retrocedió, sino que también avanzó, igual que él. Furioso, Heracles lanzó un golpe tras otro, recibiendo en su mano un impacto de la misma fuerza de la de su puño. Finalmente, vio caer en pedazos al enemigo, pero se cansó tanto que decidió descansar otra noche antes de asaltar el Olimpo.

Antes del amanecer, Hades, aguantando la risa, volvió a helar el río y a pulir de nuevo el hielo, volviendo a fabricar un espejo de proporciones colosales. Viendo que Heracles estaba a punto de despertarse, subió al monte, junto al resto de los dioses. Incluso Zeus, el propio padre del héroe, se esforzaba por no soltar la carcajada al verle enfrentarse, una y otra vez, a su propia imagen.

jueves, 1 de octubre de 2009

CHOCOLATINAS

Chocolatinas.

Peter Moss jamás se metía sólo en una pelea. Actuaba de espectador y era capaz de comer chocolatinas cuando Los Blancos, el grupo de matones formado por Jack, Steven, Paul y Larry, escogía a alguien para ser la víctima de una paliza.

Peter odiaba a su vecino Lionel, un chico más bajo, pero que nunca se echaba atrás y que más de una vez se había resistido a los abusos de Los Blancos.

Aquel día el colegio y la calle llevaban de un lado a otro el rumor de que Jack y los demás iban a por Lionel.

Peter pidió asistir al espectáculo. Insistió tanto que le permitieron pagar doce dólares por ver la sesión. Todo lo que tenía ahorrado salvo lo gastado en chocolatinas.

En el momento señalado, en el sitio previsto, apareció Lionel y un instante después estaba rodeado por Jack, Steven, Paul y Larry.

Cuando alguien dijo “¡a por él!”, Peter se sentó en un cubo de basura como lo hacía en la cómoda butaca de un cine.

Y al ver que Los Blancos con su jefe Lionel al frente, se le acercaban y repetían “¡a por él!”, dejó caer una chocolatina a medio abrir.