viernes, 27 de junio de 2008

El día después.

KREMLIN. INFORMES INTERNOS. VIERNES 27062008.

 

-Kamarada compañiero tovarich, se prrrresenttta el kamarrada Ivánn Ivienin, extremia iskierdo.

-Esas  idelógikas extrematsionesn no son llevavderas en iestas iépokas. Niet.

-Mea supponienda una mala interpretova da mi presentansión. En lo de mi extremia iskierdo referenka a futbolasión, juego de onse acontra onse distintivos.

-¿Sapevich lo que mestá doliendo la serebra apenas un momentov tras entriar por la puerta, kohonien? ¿Podríaserev aclaranka en qué, ké, te pasa por seretbro unimononeuronativo?

-Que nos han diado palpelotóv, kamarrada. Tries chicharenkos.

-¡Niñatenkin, kagamandurrien, kastigatsion!; ¡a Mierdigrado, última parada del tren después de Siberia, donde prohibida desir “frigorífico”, por ser palabrota calentorra! Y, por enrikecimiento kulturata, ¿postsible conotser autores de la goleata?

-Spañolienkos bajitos, kamarrada.

-Tonse stais perdona sin condenatsion, dada imposibilienka humana de ganarles en planieta.

-¿Sin renkora ni puñaliada trapiera en espialda?

-Tatetrankilichenco.

-¿Alguna kosita más, sargiento kamarrada?

-Nattin. Vakatsiona gratuitenka a Mallorca. Potsible patsar a kualkierra. Pobretonen germanios tontolabash, hia, hia, hia. Ajolátroppellen españiolavos dominikalen noche a kabezakuadren. Hia, hia, hia.

EL REPORTAJE

-¿Por qué me das estas fotos?- pregunta Nuria con los ojos muy abiertos, contemplando el sobre en sus manos, en el que puede leerse: “LAS FOTOGRAFÍAS”.

-Para que las veas, porque son tuyas- contesta Miguel, apenas mirándola. Ella sigue como si nada, con lo que tiene entre manos: su baño en la piscina.

Termina de ponerse el bikini; estaba en ello cuando la interrumpió. Él se lleva las manos a la nuca, contemplando sus formas, no sabiendo muy bien qué hacer con ellas, porque la mira, avanzando su cuerpo levemente hacia donde se encuentra para justo al instante, retroceder.

Nuria le invita, lo recorre de arriba abajo con la mirada; los ojos húmedos… una tímida sonrisa. Miguel la observa sin pestañear, negándole con la cabeza, implacable.

-¿Vendrás para cenar?- dice Nuria con voz entrecortada.

-¿A cenar? Ya no necesitas de mi compañía: ayer no cenaste conmigo y supiste entretenerte hasta la madrugada. ¿O me equivoco?

-Te equivocas, te lo aseguro.- Se agacha, toma sus sandalias amarillas y se las coloca mirando al suelo más de lo necesario, para amarrarse unas simples sandalias. Al incorporarse él la agarra del brazo:

-¡Dime que no, pero mirándome! ¿Serías capaz de hacerlo?- y no consigue encontrar sus ojos.

-Ella aguarda en silencio, interrumpido al instante por un portazo que da fin a la breve conversación. Se queda inmóvil frente a la puerta varios segundos. Después coge la bolsa e introduce dos latas de refresco de cola, dos bocadillos de paté de salmón, el bronceador y la toalla.

Al fin se decide y abre el sobre. Comienza a verlas. Sólo llega a la segunda foto y vuelve a meterlas todas en el sobre, tamaño folio y se dirige a los ascensores. Elige el panorámico. Baja del sexto piso a los jardines del hotel, donde se encuentra la enorme piscina, poco concurrida aún. Se decide por la zona de hamacas más alejada del chiringuito. Se tumba boca abajo y se queda dormida.

Algo más tarde, despierta al tacto de una leve caricia en la espalda y se da la vuelta.

-Te esperaba, cariño. Tengo una sorpresa para ti; bueno, en realidad para los dos, porque como ambos somos los protagonistas, he preferido que nos sorprendamos a un mismo tiempo. ¿Habremos salido favorecidos?- y le entrega el sobre.

Los dos sonríen felizmente. Ha sido incluso excitante, por un tiempo, dejarse observar.