lunes, 31 de diciembre de 2012

Cambio de año.


Vendo un año envejecido
de sobresaltos y sustos,
sofocones y disgustos,
que de un enero robusto
después de haberlo vivido,
se nos ha puesto vetusto.

No lo vendo en transacción:
lo que hago es despedida,
vendándole las heridas
a su viejo corazón.

Se presentó de buen modo,
con los mejores deseos,
de ilusiones sin rodeos
y felicidad a todos.

Sé que hizo lo que pudo,
nada malo le reprocho
ahora ante mí, medio chocho,
sin hojas, viejo y desnudo.

Toma tu página roja
de cumplir el año entero,
te doy mérito y espero
olvidarme tu congoja,
e ilusionarme de enero.

Viejo de la paradoja
de morir de calendario:
deja puesta la última hoja
y que sea solidario
el que viene, la recoja
y apunte tu aniversario.

Lo bueno es el que el nuevo viene
con empuje extraordinario,
compartiendo lo que tiene
con el de las blancas sienes:
se ve al trece solidario.

Imitemos a los años.
El joven apoye al viejo,
no le haga sentir extraño.
Cuidado con el espejo:
no faltan tantos peldaños
para arrugarse el pellejo.
No nos creamos tan lejos.
¿la forma? No hacerse daño
y compartir el festejo.