domingo, 13 de abril de 2008

LEGALIDAD.

 

Juan Antonio Landa fue el primero en pararse a mirarlo. Al día siguiente vendió sus propiedades y nadie volvió a verle.

Después fueron Diego Mora, Pablo Solé y Arturo Miralles, por ese orden, quienes se detuvieron a leer el cartel para desaparecer al día siguiente sin dejar nada que les recordara.

El alcalde tenía miedo; no se atrevía a pasar por el centro de la plaza del pueblo, junto al pilón, donde habían dejado clavado el papel sobre la estaca de madera. Él también era soltero, pensó, como todos los que se habían parado a mirar, así que mandó a Elena Valle, su concejala de Urbanismo casada y madre de familia, a leer el cartel. Cuando volvió al despacho del ayuntamiento, Elena ya llevaba su maleta hecha y un cheque en la mano producto de la venta de su casa, una de las mejores del pueblo.

Aquello era más grave. Nadie parecía estar a salvo.

Un gañán bravo, Tomás Del Horno, cogió un trapo para tapar el cartel. Pero en el último momento, envalentonado, quiso leerlo. El trapo quedó tirado en el suelo y Tomás, llorando, se montó en su coche con rumbo a la capital una hora después de haber firmado la venta de todo lo que tenía en el pueblo.

En una semana no quedaba ningún vecino.

El alcalde, temblando de miedo, me llamó al bufete.

-Ayúdame –me dijo.

Con un hacha enorme me acerqué al cartel por detrás, para que no me atrapara, y no caí en la trampa de mirar a los cristales de unos coches cercanos, ya que me obligarían a una lectura al revés, y por tanto más atenta. Pero me sorprendió un charco  de agua cristalina, donde pude leerlo reflejado y volví a ver a mi amigo el alcalde para decirle que le había fallado.

Al verme con el cheque en la mano, se sorprendió de la buena venta de un descampado, lo único que me quedaba en el pueblo, y que valdría como cochera, no mucho más.

El alcalde fue el último en buscar las escrituras de su casa y hacer las maletas.

De regreso a la capital, me crucé con Satanás que conducía un cadillac rojo del 54, con el asiento de atrás repleto de documentos de propiedad.

-Vengo del catastro –me dijo.

Yo ya había oído que pretendía adueñarse del mundo, pero no pude hacer nada: Actuaba dentro de la más estricta legalidad.

 

SEGUNDO.

Adoro las carreras tácticas, donde la cabeza cuenta tanto o más que los músculos. En la de ayer, sonó el disparo de salida y, sin pensármelo, me coloqué segundo. Eran diez vueltas. Cogí la referencia del primero, el dorsal, y no miré atrás. Desde entonces, sólo pensar en adecuar mi ritmo al suyo. La zancada, la respiración…

Sonó la campana. Última vuelta.

El esfuerzo era máximo, pero me resigné a ver cómo el que marchaba primero se iba hacia la meta como un cohete.

Detrás, a los quince segundos, llegué yo. Subcampeón. Segundo.

Por los altavoces, sonó el nombre del primero, el gran Segundo Amaro y la ovación al recoger su medalla de oro.

En el segundo escalón, me subí yo, Hilario Segundo. También recibí muchos aplausos.

Me encantan las carreras con dos participantes.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Aquel niño era yo, y tenía siete años; sólo que vuelvo a andar el camino para evitar lo que entonces no pude.
Ahora, en mi cunita, mi madre me observa recordando al que fui, sin saber que soy.
Esta vez, mamá, te lo prometo; me mantendré alejado del pozo.

EXPOSICIÓN
"UN CUENTO ILUSTRADO"

Quiero invitar a todos a visitar la exposición que tiene lugar en el sótano 2 de la Facultad de Bellas Artes (calle Laraña) que estará hasta el 23 de abril en horario de 11 a 14 h. y de 17.30 a 21 h. de lunes a viernes. La realizan alumnos de primer curso de Bellas Artes dentro de la asignatura Dibujo y Concepto de Formas. Allí encontraréis alrededor de cincuenta cuentos ilustrados y a algunos de sus personajes realizados en 3D. Pero sobre todo encontraréis ilusión, creatividad y frescura. Merece la pena verlo. Por cierto, yo soy uno de ellos. Pero eso no es lo más importante. Os espero.