domingo, 5 de enero de 2020

BATALLA MEDIANA: UNA 40 TODO LO MÁS

  

            Resumen del Informe de la batalla de Que T K Yes, celebrada en el patio de la Cdad. de Propietarios Los trapos, por obras de fontanería en el desierto de Follapoc.
            –Demientra no haya ropa tendida, para mí que bien –dijo Nataliasha Yogurenka, presidenta en funciones, y añadió–: ahí tenéis la llave; la depositáis en la portería. Quiero decir los que no estéis muy occisos en ese momento. Dejármelo todo recogidito.

Entramos en detalles. Preámbulos. Declaración. Insultos.
            –Pues a mí me ha pegado antes, ése de ahí, el calvo por parcelas  –bramó el general Ife, al capitán Pancho Pedpork, de una hoja de servicios impecable.
            –Para tanta gente con una sola hoja en los servicios, digo yo que es poco –gritó como un poseso el teniente  Remigio Pruebolasalsa. 
            Ahí ya tuvieron que intervenir los de la ONU, a eso de la UNA, porque los vecinos… en fin que cada uno es de su padre y de su madre. En especial protestó la modelo de axilas doña Fernardette de Bujías: tenía sesión por la tarde y se veía ella apabullada con tanto ajetreo. Desde su ventana, estratégica a más no poder, se tirarían globos de agua casi con toda seguridad. 
            –Y es que en cuanto te pasas de quince rones con picatostes, no eres ni persona –decía por la ventana la modelo, medio desgañitada.
            A estas alturas no me callo que el técnico de sonido era de lo más mierdoso que he visto desde el discurso de fin de curso de la Asociación de Atragantados por miga de pan, con CIF H31313131 y sede en Maracaibo. 
            Corregidos a palo limpio los problemas, uno dijo «probando, probando» hasta que se hartó de arroz con leche que se estaba enfriando en la ventana y empezó el conflicto, que un imbécil, desde el contenedor de envases, llamó conflagración. Menudo bobo, cuando la mayoría simple dejó en acta que se trataba de una contienda, sin lugar a dudas: allí había hasta puestos de bocadillos.
            Aclarado el término, el comandante Aligieri dijo con claridad:
            –No quiero a nadie por medio. Esta guerra está pagada y tenemos una sola toma, así que ¡Acción!
            Serían las catorce y cuarto, hora de Tanganika.
            Bofetones, empujones en el cuello (atragantás) patadas con botas de agua (una alcantarilla medio atascada, lo paga el seguro, decían), un dedo en el ojo, otro dedo en otro distinto, pisotones, robos de gorras, paraguas abiertos, libros sin desenvolver del plástico, una guía telefónica abierta por la página de contactos para lo que surja… Una cosa apocalíptica… se cuenta que uno perdió un tatuaje de salva sea la parte.
            Entregó su espada en señal de rendición don Periñón de Gibralt, un singanas como le decía la suegra.
            –Si tú le pones a este encuentro lo que hay que ponerle a este tipo de encuentros, ganamos de calle, so pedazo de croisán del día antes. Qué poquito, hijo.
            El ganador, un caballero, no se le rió en la cara. Él mismo, en su casa, también tenía que aguantar lo suyo. Y los domingos comer en la calle.
            El patio, en dos días, estaba otra vez lleno de macetas. Pero, además, saturado de japonésidos con cámaras haciendo clicliclicli para llevarse el espíritu de un lugar mágico, que en su día fue escenario de la batalla más intensa de enero de 2020.