miércoles, 20 de abril de 2011

PARA INMA Y SU ESCAYOLA

Querida Inma: me alegra el buen humor con el que llevas tu pesada carga de escayola es encomiable y te felicito por ello. Las sugerencias que te hacen sobre como deberías salir de paseo en estos días de semana santa para ver las cofradías (si la lluvia las deja, claro), me parecen buenísimas todas, sobre todo es genial la de llevarte entre unos mozos bien forzudos a la silleta del niño Jesús, cosa que en estos días de fervor y recato iría muy bien. Ya me dirás qué te parece la sugerencia. Entre tanto, recibe un abrazo con cariño de Paquita.

Respuesta a la misiva anterior

Queridísimas amigas de la fundación:
Si lugar a dudas, habéis aportado esa chispa de luz a la problemática planteada. El recurso del par de yernos modelos “armarios empotrados” lo dispongo, pero aún no les he sabido sacar partido. ¡Es genial! Si le sumamos un marido y un cuñado con ganas de desfogarse, ya que alguno suele salir a correr por la ciudad y el otro continúa planteándose si la cuota de gimnasio le permite usarlo, pues podría salir con el artilugio sugerido. En el Alcázar no creo que me presten “el palanquín” o “calesa”. En las cofradías, que son más solidarios, igual me prestan el paso, y si además fuese el de “la cena”, de camino podría invitar a los amiguetes a un ágape, mientras los cuatro susodichos hacen su propia penitencia. Como además dispongo de forasteros estos días podrían acompañar con algo de música, más que nada por no desentonar y aportar ritmo (ya que no han entrenado), e ir abriendo paso por el centro de la ciudad. Y si los cofrades no cedieran, como lo importante ha sido la idea, podré recurrir al transportín modelo “Mcgiver”, que para eso tengo un hermano “la mar de apañao” , y seguro que es capaz de crear algo digno con el baúl de la abuela y la sombrilla playera-dominguera (con cortinilla roja, eso sí). En fin que manos a la obra. El perrito os lo agradecerá con algún lengüetazo extra, y yo, no tengo palabras. Nos vemos por la catedral. Gracias por vuestra aportación y un montón de besos a toooooodas y todos (que igual hay alguno por ahí).
La Inmavilizada.

Queridísima amiga Inmavilizada:


Te escribimos desde la Fundación Siempreapie, para solidarizarnos con tu caso. Y con el perro.

Hemos leído unas cuatrocientas veces tu post y, gracias a la aportación de la Calculadora Sumamás del Instituto Tecnológico de Carmona, hemos calculado para ti el 17,5%: porcentaje de convalecencia que llevas acumulado en tu séptimo de parada/día. Como el general Custer. Cuando la secretaria Hortensi Bermellón ha querido calcular su promedio de rapapolvos maritales, han salido chispas de la máquina y hemos terminado esta carta en el jardín, ilesas todas y sin chamuscar.

Comprendemos tu caso.

Aquí la que más la que menos, se ha roto hasta la funda de las gafas en caídas diversas y creativas, que incluyen el perfil, perfil con voltereta previa, sobre los hombros e incluso sobre los hombres, acercándonos algo a las ideas masculinas gracias a los inevitables cabezazos. Es decir, tenemos experiencias chocantes.

Salir o no salir, esa es la cuestión. El perro, intranquilo, trata de recordarte su rutina, maravillosa y saludable, donde el aire de Sevilla daba vida y desahogo para el resto del día. Que alguien te hinche globos cerca de la Catedral y suéltaselos en plena cara en el centro del salón. Algo habrá recuperado.

Y, para ti, el palanquín. No me digas que no cuentas entre tus amistades y yernos con algún buen par de robustos mozos para que te trasladen al más glorioso estilo Carlos V por las calles de Sevilla. Si no existieren tales entre tu círculo íntimo de conocidos, llama a cualquier cuadrilla de costaleros, y solicita tarifa plana para disponer de los que por culpa de la lluvia estén notando deshincharse la musculatura cervical y dorsal.

Piensa en la cantidad de gente que se acercará a tu grácil medio de transporte y a la que tú, cuando menos se lo piensen, ¡zas!, descorrerás la cortinilla (granate pasión, pura tela de colcha) y le soltarás una pequeña toba en la nariz junto a un puñado de caramelos. Serás la sensación de la Semana Grande Hispalense.

Ojo con los semáforos, pues debes atenerte a las más estrictas normas de las leyes viales y aquí no sabe nadie cómo catalogarte dentro de tu sillita forrada de cojines con Wifi.

Nada de papirotazos con el que va delante si te mece en demasía: piensa que dicho vaivén iba destinado a un paso lleno de tradición en su mágico baile de procesión callejera. Si te mareas, llámale la atención discretamente por el móvil.

No dejes que se metan contigo. En sentido literal: que no entre nadie en tu coche sin ruedas, pues el seguro sólo cubre un ocupante en este medio de locomoción. Como mucho, deja entrar de vez en cuando al perro, para que descanse y te traiga la alegría del pavimento.

En habiendo respondido a tu solicitud de sugerencias, nos despedimos de ti.

Recibe un cordial saludo de todas las miembras de esta asociación, siempre pendientes de quienes pisan con garbo.

Diario de una escayola. Día 7º

Mi perro se ha convertido en una prolongación de mi pie escayolado. Siempre está junto a mi pierna, en el reposapiés, en el sofá, en la cocina… Mi fiel compañero debe intuir que algo anda mal, o que no anda, porque solíamos dar largos paseos por la ciudad. Me ayuda a descargar adrenalina y a llevar ese diálogo interior con una misma tan necesario a veces. No hay nada como ponerse zapatos cómodos y salir a caminar sin rumbo fijo, y si además tienes la disculpa de pasear al perro, no tienes que dar más explicaciones. Ayuda también a la economía doméstica, porque si te llevas al perro no sucumbes a la tentación de entrar en las tiendas, ni de tomar cervezas, de modo que sales, le tomas el pulso a la ciudad, y regresas como nueva. Con el pie en esta tesitura aún no he encontrado el sustitutivo a los paseos. Admito sugerencias.