No se ni cuándo ni cómo
yo me enamoré de ti,
pero sí que desde entonces
estoy en un sinvivir.
Sin vivir si no te veo
y si te veo no vivo,
porque queriéndote tanto
no puedo vivir contigo.
Y me empiezo a preguntar
qué delito he cometido
para, queriéndote tanto
merecer este castigo.
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Dedico este madrigal
a tu carita morena,
porque, sólo con mirarla,
olvido todas las penas.