miércoles, 27 de febrero de 2008

A LAS CHANCLAS.

De la humanidad entera

en su sostén, tu trabajo,

nunca fuiste la primera:

Empezaste desde abajo.

 

Complementaste los sayos,

evitaste los estragos

y protegiste los callos

de caminos de Santiago.

 

Parece que profanaste

algún santoral después,

pues dejaron de llamarte

San Dalia para los pies.

Y a partir de ahí, profana

redondeadora de cantos,

para aprendices de santos

que aún no tuvieran peana.

 

Te divulgó la palabra

en distintos materiales:

De piel de vaca y  de cabra,

fabricaban dos iguales.

 

Llegaron los todo a cien

y tu fama, al no va más:

Ninguna casa de bien

te echaba en falta jamás.

 

Para la playa, el campillo,

la ducha de la piscina,

o charlar con las vecinas

frescas en el descansillo.

 

Para la siesta, en el suelo

del balcón con la tumbona;

para el nieto y el abuelo

y para la niña mona.

 

Y la utilidad concreta

del pedagogo de casa:

¡Alpargatazo! a rabieta

del niño que se te pasa,

con la ventaja añadida

de ser flexible y de goma.

Y así cuando dices ¡toma!

hay orden y no hay herida.

 

¿Y por pedir?, ¿podría ser

que cuando se os tenga puestas

no se salgan en las cuestas

un dedo de cada pie?

Considera irrelevante

el comentario anterior,

más ten en cuenta el dolor

de un pisotón sin aviso:

Eso sí que es importante.

 

Universal, protectora,

como el barco con su ancla,

aguantas, hora tras hora,

nuestros pies;

mil gracias, chancla.

...CUCHARAS DE PALO

Tenía yo un posblema a resolvé:

Habrerme basado mushos minuto en el bareto de Niscasio y haser allí la lista de las comprasiones. Aunque todas las comprasiones son odiosas, lo peó es haserlas cuando uno no está sentrado del todo, con tanto sharlá y pegahle al orujo.

Empesé poniéndome en la caha der súper na má entrá. Y la mushasha, tela de amable, me diho que comprara argo ante de pagarlo.

Acsedí.

Y, me dihe: "si la lista no me la ha terminao Niscasio todavía, ¿pa qué he venío yo pacá?”

“Mi muhén me rifa hoy como yo güerva de vasío," me dije también. Y, en un giro de máh grado que el orujo de minutos anteh, me encuentré frente por frente con la ssstantería de bricolage de cosina.

Y me dije otravé "sarvao estás, shavalillo". (Yo e que hablo musho conmigo).

Aquello era un arbo de navidá con utensilio de madera corgando por tos lados, con cadensia, con buena distribusión.

Me fui pa un lao, al azar, qué más dá. Y, a la segunda levantá der suelo (grasia, guardia jurao, le dije) me vi abrasando er muestrario y llenando un minicarro que le quité a un shiquillo (a cambio de quinse euro, lo que llevaba suerto) de cosa de maera pa la comida.

Vorví a la caha como un héroe y la shiquilla me hiso una lista ordenada de gushara, tenedoreh, masah, trincafideolargo y  yo qué sé qué má delisia en potensia.

Y, ar vorvé al hogá, er delirio.

Mi Juani, ar verme entrá un catorse de febrero por la puerta disiendo "tó patí, sentraña", y dahle un "como en forma de ramo de artilugioh" se cayó patrá.

Pero pronto se rehíso y sostuvo por iguá mi persona y la compra, que yo había atado con una lasa rosa, y colocó las dos cosah. A mí en un taburete, a la espera, y al ramo de madera en una espesie de florero de serámica tela de bonito (amarillo brillante). Se vorvió a mirarme la Juani y, emosioná, ni me  riñó por no llevá ná de comé, pero no pudo evitá derramá unas lágrimah luminosah desde sus ojos pabajo, al contemplá er manohillo de palitoh finos distribuidos junto ar fogón.

Cuando pudo hablá unoh quinse minutoh despuéh, me dijo:

-Mañana hago yo la comida esa tan responsoriá, el pisto, y a Dió pongo por tehtigo que no se guerven a quedá pegaos los tomateh en er fondo de la caserola. Y todo grasia a tí, cariño.

No pude controlá mis emosione y le canté argo, no macuerdo con ecsactitú, pero era de la Piqué.

Er día terminó  una jartá de bien.

Ar día siguiente, con menoh arcó que Elios Nés, éramo loh dó primero pantrá en el súper y no te digo la de cosa que compramo. Seguimo despué en la plasa dabastos y a eso de la hora de hasé la comida, la hisimo: Yo de friegaplato, mi espesialidá, y mi mujén como er batería de los Rolin, de un casharro a otro con esah herramientah de palo que noh han deguerto lah gana de comenno tó lo que se guisa. Y tardo la mitá en fregá.

Nuehtra vida ha cambiao. Fuera el vir metal pa mové loh guiso. Anda que no pesaba ná la basura de ayé.

Eh curioso: Trabajo de herrero hase ventisinco añio y hasta ahora no he aplicao bien el refrán.