La profundidad del valle… Quién pudiera ser parte de este suelo de manto verde. Quién pudiera ser sauce, camino, trino y silencio. Quién pudiera ser todo eso y brillar con el día, y que al llegar la noche y posarse sobre mí, no tuviera miedo.
Si pudiera, me fundiría en sus sombras y dejaría de ser para ser de nuevo. Me bañaría, renacida, en la ribera, y en su alfombra de cantos rodados, mis pies pulirían los pasos infértiles que no llegaron a ningún sitio.
Quién pudiera ser sauce, llorar sólo en invierno, y ser nido que albergue la vida que espero, fresca y serena, agitada y fluida, como estas aguas, como estas ramas, como esta yerba, como la noche sin miedo; como el sol mismo, insuflando la calidez de donde la felicidad nace; pero todo aquí, en el valle. Entre los frutos que maduran amorosos, como mi corazón, que reverdece cuando lo pienso.