Dime qué hizo que te detuvieras,
antes de irse la luz de lo verde al carmín,
con el pie sin bajar todo del adoquín
y parar mis latidos sabiendo que eras
una de esas del bosque, una de esas hadas
que te hacen bailar sin laúd ni tambor,
que bendicen, te dicen, o algo peor:
te enamoran sólo de una mirada.
Di por qué no miré ni a los lados ni atrás
y cómo es que no quise o no supe parar...
Más que lo violento al perder tu mirar
me dolía el vacío de no verte más,
más que cualquier herida, mi vida; y pensar
que unos metros faltaron para recortar
la distancia en que un brazo te puede abrazar
o esa otra, en que un beso te puede besar…
Dime qué hizo que yo te sintiera
mientras dicen que no hice sino respirar,
sin moverme, sin verte, sin acariciar,
sin hablar, sin un ruido, a mi vera, a mi vera,
y al subir sus persianas mis ojos te vieran
como si en aquel día, supieras, supieras,
que mi vida te iba a buscar.