domingo, 17 de mayo de 2009

PARA COMPARTIR.

REFILÓN.

 

Lo que voy a compartir no es producto de la euforia. Diré lo mismo mañana y pasado mañana.

Hoy domingo, temprano, la Muerte me ha pasado cerca, donde sabe que sí le tengo miedo: Ha empujado por la espalda a mi niña, en forma de coche con tipo despistado dentro. El que llevaba a mi hija dentro se ha hecho añicos encogido y se ha dejado convertir en siniestro total antes de dañarla a ella, con cinturón, el airbag y después un collarín inevitable.

Cuando llegué al sitio, ella ya estaba atendida y caminaba. Su hermana ya estaba a su lado, con uno de esos amigos que definen la palabra. No necesitaba más y he escupido con saña a esa hija de la gran puta de ojos vacíos que ha rozado su hombro contra el mío con el desprecio de quien falta el respeto a un superior. Ni me he vuelto para mirarla.

He recordado el único motivo que puede hacerme llorar en esta vida tan rara, tan difícil y tan única que tenemos.

Pasarán los días y esta fecha seguirá como su vuelta a nacer. Y la mía y de mi mujer también.

Después de recuperar el aliento escribo esto para recordarme que es verdad lo que dicen: Que cada momento de la vida es único y hay que rescatarlo. Pero hay que hacerlo con más vida. La otra, la imbécil innombrable, que se vaya al infierno y se quede allí. Aquí no queremos ni verla.