Era cierto: estás como una cabra,
y tu asesor de imagen, el granuja,
te dijo que tu look sería el de bruja
con ropa transparente y tez macabra.
Así que, en las primeras votaciones,
donde fuiste cabezona de lista,
mostraste bien tus dotes de ocultista
mutando r por l en elecciones.
El público aplaudió, como querías,
te ovacionó que reaparecieras
y siguieras con tus supercherías,
viniendo a terminar la discursera
sin la menor pizca de lencería:
dejando ver tu ideología entera.