martes, 19 de febrero de 2008

THE BLACK HORSE



La noche casi había llegado, acompañada de un olor dulce a flores blancas. El cielo se mostraba radiante de plata, con algunos trazos de nubes que nunca antes habían brillado más; “nubes nacaradas”, así habían sido anunciadas en el diario de la tarde. Y de fondo, para Elsa, sólo para Elsa, Days are numbers, y en sus labios entreabiertos, esperando, como siempre, la sensación de un recuerdo volvía a posarse. Mientras el saxo alcanzaba su máximo esplendor, sus ojos húmedos se cerraron para buscar otra escena, otro instante; para rescatar del tiempo, una vez más, un rostro, por momentos casi olvidado, pero necesario aún.

Víctor, en sus recuerdos, aún podía llevar las riendas de Azabache, aún podía montar a su tresañero y pasar todo el día en los establos. En su recuerdo, la enfermedad no había llegado a hacerse presente a diario, como lo hiciera después, dejando su huella bien marcada en todos los momentos del día y recordándoles a ambos, como si hiciese falta, que la cuenta atrás había comenzado.

En esta noche que acechaba y que pronto ensombrecería las aguas del estanque, testigo en otro tiempo de todos los besos que hoy no tenía, una sombra fugaz, obligó a Elsa a asomarse a la ventana, desde la cual podía divisar todo el jardín.

Sus ojos buscaron la necesaria presencia de alguien, y no encontraron más que la espesa vegetación, cada vez más sombría. Pero al instante, un sonido, en otro tiempo familiar, irrumpió en la estancia, trayendo de golpe a su memoria las últimas palabras de Víctor:

-“Cariño, es hoy tu cumpleaños. Qué suerte, cumplir ocho años, teniendo treinta y dos. Sería una ironía desearte felicidades.”- Su voz moribunda y sus manos frías presagiaban lo peor para los próximos minutos.

-“¿Sabes, amor mío? Ahora daría... lo que estoy a punto... de perder, por ser un caballo, para llevarte... sobre mí, hasta que mis fuerzas... me lo permitieran. Sería un buen regalo... de cumpleaños”.- Ella le sonreía mientras tragaba las lágrimas más amargas y besaba su frente.

-“Elsa..., te prometo que la próxima vez... que cumplas años... no te faltará mi regalo; ese que hoy... no puedo darte. Volveré... a por ti, mi amor, y seré… como Azabache…, seré un caballo negro, como a ti te... gusta, y vendré a buscar...te, de verdad... mi amor, de verdad te digo… que no te abandonaré. Espérame... Elsa, seré tu caballo... negro; the black horse, mi vida…, the black...horse.”

Tras el recuerdo de los últimos momentos con Víctor, secó sus ojos y volvió a la ventana.

En el estanque, un caballo negro bebía, mientras el reflejo de la luna brillaba en su lomo.