martes, 28 de julio de 2009

TRISTE NOTICIA

Como sabéis, en los primeros días de este mes escribí el editorial en el que -llevada de mi alegría- solamente hablé de mi biznieto. Después de unos días del feliz acontecimiénto en mi familia, se me ocurre analizar la tragedia ocurrida con el pequeño Rayan, hijo de Mohamed y Dalilah. La verdad, no sé quien es el culpable de tan lamentable suceso, pero desde luego no toda es de la enfemera como quieren hacernos creer; ha sido a mi entender una serie de fallos y no de una sola persona. Lo cierto es que la desgracia se ha cebado en esta familia: hace cinco años murió en accidente laboral -en España también- el padre de Dalilah, ahora ella y su hijo ¿murió Dalilah de la gripe A? no parece estar muy claro. Estas criaturas dejan su tierra y vienen con la ilusión de encontrar un trabajo y un futuro mejor para su familia y después de tanto esfuerzo la desgracia se ceba en ellas. Es triste, la verdad. Los gobiernos de estos países deberían hacer lo posible por mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, para evitar que nadie saliese de su entorno por necesidad, sino por gusto. Así pues, cuando miro a mi niño con sus padres se me parte el alma ¿Culpables? muchos no solo la enfermera como digo al principio. Pero claro, es más cómodo cargar toda la responsabilidad sobre la parte más vulnerable, una enfermera contratada para una baja de verano sin experiencia en neonatos, cuando en estos casos se requiere personal muy cualificado dado lo complejode los tratamientos y la cantidad de tubos y vías que se tienen que manejar: No es raro, por tanto, que puedan confundirse al suministrar el medicamento o la alimentación. No, no es esta mujer la única culpable la imgino hecha polvo con ese gran peso del que le va ha costar salir. De los familiares de Dalilah y Mohamed ¿qué decir? me uno de corazón a su dolor y el tiempo será el que poco a poco curará sus heridas.

PARA ENCONTRARTE



Busco la tibieza de tu piel,
bálsamo para mis horas bajas,
y sólo encuentro un océano de soledad,
ausente de música y de sueños.

Busco la cristalina luz de tu mirada,
color para mis sentidos,
y sólo encuentro pájaros azules
en el jardín de cuento de mis mañanas.

Busco un acorde, el de tu risa,
abono para mis días felices,
y sólo encuentro ecos detenidos
en un tiempo que no acierto a recobrar.

Te busco incesante, ferozmente,
agarrándome al sueño y nada más.

Te encuentro finalmente y creo que ahora,
los pájaros azules de mi cuento
se posan en tus hombros y me dejan
acariciar sus alas al volar.