domingo, 8 de febrero de 2009

PROGRESIÓN.

Cada cuarto día de la cuarta semana de los meses múltiplos de cuatro de cada año divisible por cuatro, el Tretra Four Quartet Group, la legendaria banda de jazz, cambiaba sus instrumentos de cuerda y viento por un arsenal digno de un ejército y atracaba la sede del banco situado en el cuarto lugar por beneficios obtenidos, robando exactamente cuatrocientos cuarenta y cuatro mil cuatrocientos cuarenta dólares con cuarenta y cuatro centavos.

Al morir el guitarrista John Baltimore Fromm, cambiaron su rutina a la baja en un 25%, de modo que actuaban fuera de la música cada tres años, el tercer día de la tercera semana de cada mes múltiplo de tres de cada año divisible por tres y robaban al tercer banco en ganancias, llevándose la minuciosa cantidad de trescientos treinta y tres mil trescientos treinta y tres dólares con treinta y tres centavos.

Así ocurrió hasta que quedó sólo el batería Albert Jonas Templeton, quien según la progresión tuvo que robar todos los días primeros de mes del resto de su vida ciento once mil ciento once dólares con once centavos al primer banco en ganancias, lo que, muy a su pesar, le llevó a dejar de actuar como músico y fundar un banco que no declaró, jamás, sus beneficios.

EL NIÑO DE LA ESPINA O ESPINARIO (sanguina)


Copia romana del famoso bronce helenístico (hacia 200 a. C.). Se conserva en el Museo Capitolino de Roma y representa a un niño desnudo, sacándose una espina del pie. El suave modelado, la disposición ordenada del cabello y el rostro inexpresivo siguen fielmente el modelo romano.
Popularmente se relataba en el siglo XVII que la escultura fue encargada por el Senado romano para homenajear a un pastor, llamado Martius, quien llevó un mensaje con tal diligencia que sólo se detuvo a sacarse una espina del pie cuando había terminado su misión.

LUCES DE AYER


Entre las notas de nuestra melodía, te rescato del ayer. Te haces grande en mí. Enciendes todas las luces que yacen a oscuras y me elevo de puntillas a otro tiempo, en el que tú aún estás y del que yo no salgo, porque si lo hago, acabo de perderte.
Y quiero que sigas susurrando en mi oído nuestra melodía, intemporal y mágica, para que yo sueñe, mientras bailo de puntillas, con las luces que tú enciendes.