martes, 26 de mayo de 2009

CURIOSIDADES HISTÓRICAS (1)

Tiroteos Históricos.

Jasper y Jack  Browser eran los más rápidos del pueblo. Se cuenta que, antes de quedarse sin municiones, cada uno consiguió setenta impactos de bala sobre el cuerpo del otro.

Joe y Jack fueron los primeros, en 1402, en fabricar munición para cañones pequeños, pero nadie les hizo caso. Una vez curado el moretón que le hizo Jasper a Jack en una ceja, cada uno recogió las setenta balas lanzadas a mano sobre el otro y se largaron para su casa, donde les esperaban para cenar.

Al día siguiente, Mamá Browser, harta de ver balas tiradas por el suelo, las enterró en su jardín y los niños olvidaron el entretenimiento.

Se cuenta que, en 1814, Samuel Colt inventó la pistola con revólver tras fijarse en el sistema de anclaje de un barco. Sin contarlo a nadie, adaptó el cañón de su primera pistola a una gran cantidad de munición del 45 encontrada en la parte de atrás de su jardín, donde su tía arreglaba unos rododendros.

CrÓNICAS URBANAS (V).

Tecnología.

 

Ruego lean y, por favor, concedan el coeficiente de verosimilitud que crean conveniente al siguiente hecho sacado de la más objetiva realidad según el autor (cito):

Año 2001. Oficina bancaria sita en Sevilla, donde se dan cita dos circunstancias: Cambio de moneda y renovación del cajero automático de la oficina. Por tanto, procede el cambio de dimensiones en los cajetines que contienen los billetes.

Ocho de la mañana. Junto al personal habitual, llega el técnico informático que se hará cargo de los ajustes de la máquina.

Hasta aquí, sin incidencias.

Diez y cuarenta minutos. Hora de desayunar. Patio de operaciones más lleno de lo habitual debido a la reparación del cajero automático. Diálogo real:

-Salgo (con énfasis) a tomar un café, -dice Manolo, el técnico.

-Cierro mientras, -responde el director de la oficina.

-Si es natural, -añade un cliente-. No puede ser que el hombre se tire ahí dentro una mañana entera.

Aclaraciones.

El técnico, de pie, no llega al metro cincuenta. Cuando dijo “salgo”, salió del cajero. El cliente no sabía nada del arreglo concreto o aislado del cajero y comentó que el trabajo habitual del hombre se desarrollaba dentro del cajero, repartiendo billetes según se lo pedían. Con un mínimo descanso, como no podía ser menos.

Todavía al vernos recordamos ese día agarrándonos la dentadura.