domingo, 7 de febrero de 2010

PROFECÍAS (1)

LOOK.

Según Acondonáttero de Meapilas, monje yugoslavo que vivió en el siglo XV, el XVI y el XVII, (sí, ¿qué pasa?: nació el 31/12/1499 y murió el 2/01/1601, listillos) “Allá por la primavera del año 1.982 el país organizador de un campeonato mundial de fútbol obtendría un resultado no dichoso (o molto desdichatto, según el texto original) si mantenía el peinado habitual de sus jugadores, con tres trenzas en lugar de ninguna, que era lo que se llevaría”.

En efecto, no se produjo ni un solo cambio en el look de los jugadores y el papelón que hicieron como anfitriones fue calamitoso, tal y como predijo Acondonáttero.

Entre las enormes consecuencias de aquello, hoy, veintisiete años después de los acontecimientos, el peluquero y estilista Dimitrio Baena, lector de profecías y defensor de como mucho la trenza única, malvive como director general de la McDonell Douglas.

El tal Dimitrio que fue expulsado en su día como asesor de imagen de “aquel” equipo nacional, sigue sin poder obtener licencia de apertura para su negocio. No ha habido quien le consuele hasta que, hace poco, el equipo nacional de “ese” país, consciente de la veracidad y cumplimiento de la profecía, se ha puesto a jugar al fútbol en lugar de rizar el rizo.

SUEÑO


Cerró los ojos antes de sumergirse. No quería que ninguna imagen enturbiase aquel momento mágico. El agua le envolvió de golpe en un principio, para convertirse en una caricia más tarde. Dejó su cuerpo unirse a aquel aliento acuoso y templado; sintió que flotaba, que se elevaba y descendía a cada respiración. Por un momento su corazón, sus pulmones y todo su ser regresaron al ayer, a ese ayer donde todo había comenzado.
Había otro latido acompasando al suyo. Una voz ajena a la suya pero tan igual a ella que creyó confundirse.
Permaneció durante horas, días o tal vez tan solo unos minutos. ¿Qué importaba el tiempo?Los relojes se habían detendido en aquella barca mecida por unas manos amantes.
Sus ojos continuaban cerrados a todo cuanto acontecía fuera. ¡Era tan hermoso lo que sentía!
Inspiró profundamente y su cuerpo se elevó sobre las aguas.
Oyó una voz. Abrió los ojos y allí estaba, su monitora que le recordaba que su clase había terminado.
¿Había soñado o realmente había vuelto al seno materno?