sábado, 18 de octubre de 2008

SIN CONTAR.

Esta mañana ha muerto un hombre que, según él, sobraba. Se ha suicidado; después de anunciar que lo haría, lo ha hecho.

Llegó temprano y comenzó a contar la historia de su vida.

Resulta que su madre quedó embarazada por un salpicón de semen que se produjo al abofetear una enfermera el pene de un donante en una clínica de fecundación in vitro, cuando ya cerraba el frasquito.

Sin que apenas hubiera nadie para cuidarlo, una vaca que se escapó del establo, porque no cabía, se rompió una pata junto al niño y pudo alimentarse. Y más de una vez, cuando fallaba el cierre automático de los paquetes de galletas, las que no cabían en las cajas iban a sus manos y se mantenía vivo.

En el colegio que lo metieron, los profesores escribían su nombre  a lápiz al final de las listas hechas, mientras protestaban porque sus clases ya estaban completas y ajustadas.

No dijimos nada mientras nos relató el resto de su vida. Pero parecía algo más contento al ver una baraja española de cartas sobre la mesa.

-¿Mus? –preguntó, abriendo los ojos.

-Lo siento, ya somos cuatro, -respondió Andrés que entraba en ese momento, mientras se quitaba el abrigo-. No falta nadie.

El hombre que sobraba se pegó un tiro.

Al ordenar el levantamiento del cadáver, el juez observó que el revólver tenía el cargador completamente lleno.