Cuando llegué, hará ya veinticinco años el próximo mayo, la mayoría de los edificios
aún no estaban construidos, he ido viendo como el barrio crecía año tras año. En los
primeros tiempos celebrábamos el día de Andalucía con mucho entusiasmo, en la Asociación se organizaba una comida a base de tapas que los propios vecinos preparábamos en
casa. Lo pasábamos muy bien ese día.
Un año invitamos a una hija de Blas Infante y se levantó una tarima en la plazoleta
de la cuarta fase desde donde la presentamos a los vecinos, se marchó muy contenta, lo pasó muy bien charlando y compartiendo nuestras historias.
He de confesar que no llegué al barrio con ganas, supuso para mí un desagradable cambio, llegué triste por tener que dejar la que fuera mi casa durante tantos años y que
por diversos motivos tenía que abandonar. Pero pronto me vi involucrada en la vida del
barrio y en el espíritu de comunidad y amistad que se respiraba por la gran vida
asociativa que tuvimos, gracias al trabajo y la dedicación de buenos vecinos y amigos
que han estado con nosotros. Recuerdo la planta llena de niños y niñas jugando o
saliendo con sus faldas negras a las clases de sevillanas, la biblioteca de la
asociación que se formó con la colaboración de todos nosotros, las cenas de mujeres por Navidad, que daba tantos momentos de confianza:
También forman la vida del barrio nuestras tiendas: el entrañable Dani, Luisa, Tejidos
Barón, Papelería Ramayo, la Peluquería de Alberto,y tantos otros con los que charlamos y siempre nos aconsejan lo mejor, lugares donde no solo se compra, también se
hacen amistades.
Llegué a este barrio hace veinticinco años y un poco triste, pero pronto me
di cuenta, gracias a todos, de que ser vecinos no es sólo vivir unos cerca de otros,
es hacer una vida en común más participativa, más solidaria y más alegre. Por todo lo dicho no puedo por menos que sentirme contenta de vivir en esta zona de
Sevilla Este que es Andalucía Residencial.