sábado, 30 de junio de 2012

Grandes batallas de la historia (XXXIV).



Batalla del Tour de Francia 2012.

Primero de julio. 5:00:01.
Patada en la puerta de la delegación del equipo “Fleckosat”, de Bielorrusia.
-¿Pasar quéKonien, para este skandalosovo? ¡Vampirinienski, despiertagenteoff, kabronienko!
-Ah, ¿pero no es aquí lo de la cornamenta del director de la Magna Vuelta con dos pilinguis contratacionadas para la pilladura en directo? Ustedes perdonen, descansen si pueden y olviden, que mañana, en la salida, todo esto les parecerá una chiquillada, una nadería. Pelillos a la mar, tovariches.
Mismo día. 6:00:10. Apertura con empujoncito gracias al patadón de las 5:00:01.
-Que me habíamos dejádonos las cámarafotos en habitatziones vuestras, chavalillos, -dice el de antes, de padre moscovita, recogiendo su equipo y sonriendo hasta desaparecer llevando el material gráfico.
Tercer intento de conciliar el sueño por parte de los ciclistas fleckosateros.
Primero de julio. 6:00:42. Llamada telefónica a la habitación del equipo “Fleckosat”. Lo coge uno de los que se dedican a llevar y traer agua al resto de corredores.
-Si, ¿dígamien?
-Que soy Armanie Floucharde, una de las dos pilinguis contratadas para subir y pillar a un alguien. Que mi prima no ha podido venir porque su marido estaba hoy cariñosón. Y yo me he ofrecido a hacer su trabajo, además del mío. ¿Qué número de habitación ocupa usted para llegarme lo antes posible?
-Aquí no, aquí no, siñiorita fulanova. Pregunte en recepcionenska. Allí recibirá Klarividientes instrucciones sobre dónde y a quién debe usted realizar akrobatzias sexológicas y aparatosas para después profundo chantagonismo. Por nuestra parte, sólo ilutsionarnos dormir algo.
-Oig qué acentuación tan de Estalilingrado Centígrado. Gracias y hasta otro día, kosako.
Mismo día. Antes de amanecer. 6:50:00. Entrada de Girardot Difuá, esposa en directo del director del Tour. Manos en jarras. Pelo rizado sin peinar desde hace décadas. Gritos previos.
-¡Que antes de que os tire a todos por el balcón del último piso, que alguien confiese en qué parte de la habitación que ocupáis como pobretones los quince se han escondido mi marido y las dos señoritas de vida licenciada. Que me entero de todo, bolchechicles, que no soy nada calva!
El único que puede hablar sin que el demonio le clave chinchetas en los ojos, el gregario de antes, responde que todo ha sido un error de GPS. Y GPS, señora.
-¿GPS, dice usted?
-Gracias por salir, siñioria.
Portazo.
Día primero del Tour. Línea de salida.
El equipo bielorruso del “Fleckosat”, algo despistado, toma motocicletas de la policía local y llora con desconsuelo al no encontrar pedales.
Llamadas por móviles. Acuden las madres. Delantales blancos inmaculados y provistas de bandejas repletas de “empanadillevskarnisovas” para sus niños. En un bolsillo, dejan ver espléndidos rodillos macizos de amasar.
El director del Tour las ve venir. Mira a un lado y a otro y manda a su secretario, Laurent Trifonde, a pinchar ruedas. Consigue dejar doscientas sin aire en un tiempo récord y da por pospuesta la salida del Tour para el día siguiente.
El jefe de policía de París decreta un día de silencio absoluto, junto a la imposibilidad de salir de casa ni dar gritos. Ni por teléfono.
Las pilinguis se dedican a actividades que no necesitan conversación.
La esposa del presidente insulta por escrito a su marido durante horas.
Los bielorrusos, dormidos, son llevados a la habitación común para que duerman en sus camas. La imagen dada, sobre un paso de cebra, es de bochorno.
Un sorteo dictamina que el primer análisis de orina y sangre a los corredores se realizará al equipo “Fleckosat”, de Bielorrusia.
A eso de las cinco de la mañana, que no es mala hora.