jueves, 18 de junio de 2009

SEGÚN COSTUMBRE.

Como ese día tocaba hacer el amor, el marido se levantó temprano y preparó el desayuno. Tomó una bandeja blanca y colocó sobre ella un zumo de naranja, café, fruta recién cortada y unas tostadas con rodajas de tomate y aceite. Junto a la servilleta, colocó una flor.

La esposa, recostada sobre unos almohadones de seda, se acomodó para compartir la comida.

Se miraron tras el último sorbo de café y uno al otro se limpiaron con delicadeza las comisuras de los labios.

Una vez retirada la bandeja, cada uno se sentó en su taburete para ajustar perfectamente su catalejo y espiar a los vecinos, a los que ese día, según costumbre, les tocaba hacer el amor.