martes, 5 de diciembre de 2017

Feliz año


Queridos todos:

            Se pone uno tristón en las despedidas, pero con este año haré una excepción. Que se vaya al guano a la mayor brevedad. Sin finiquito. Y que reclame.
            Me limito a un panfleto esperanzador. Lo pongo en frases chicas y cortaditas y así puede que acierte en alguna.
            Dejemos de quemar cosas. Ni los árboles ni la sangre. Pirómanos de profesión, malditos pirómanos mercenarios, no encendáis ni una maldita cerilla más. Si acaso, en el interior de una tinaja con agua y, más exactamente, dentro de uno de vuestros bolsillos. Ajajá: quemaos los pelos de los huevos y ya tenéis cómo pasar la tarde.
            Ni un mal trato más. A nadie, pero menos a quien no puede defenderse. Tantas mujeres ofendidas sin que se nos caiga la cara de vergüenza es una locura. Propuesta: ante una bronca familiar, un paseíto, un apagar la tele, un aprender a callarse y escuchar. Nunca dejar crecer esa sensación de dominio y posesión sembrada en quienes como emblema, enarbolan un pito. Subpropuesta: si se acaloran los ánimos, buscarse un boxeador y pagar con él, si se puede, toda esa autoridad de mierda que los hombres argumentamos para hacer daño.
            Menos fútbol. El otro día vi a un chaval jugando al hockey y le eché en cara que así no se juega al golf, mamarracho.
            Ahorrar agua. Me ducho a diario. Pongo lavadoras y lavavajillas cada dos días. Nuestro consumo diario es de unos ciento setenta litros. Como propuesta sencilla, uso el agua de la ducha, recogida en cubos, para la cisterna y el suelo. Sigo sin efectos secundarios. Ruego lo probéis.
            Lo de los móviles. He probado a dejarlos en casa cuando salgo con amigos. Con enemigos no estoy saliendo mucho. Pues bueno: la de cosas tan interesantes que aprende uno mientras, además, trinca más aceitunitas que con el peazo silicio ése de los cojines. Además, el conductor tonto de siempre de mi barriada, ha probado a apagarlo dentro del coche y lleva el hombre un 125% menos de sustos a los vecinos en los pasos de cebra. Entre todos le hemos comprado una caja de polvorones. Y es cierta la leyenda: sabe hablar en directo.
            No quedarse metidos en casa con el frío, ni con el calor. Darse paseítos a ritmo de paseíto, no siempre de escaparate. Comprad lo que vayáis a disfrutar, compartir o gastar. Eso de pasar las cosas de una estantería (en la tienda) a otra (en casa) es de semitonto.
            Las cosas, para usarlas. Lo mismo para los cuerpos serranos. Si están ahí, pues qué demonios y no se hable más. Gastarse a base de titos, cariñitos y vaivenes es, sigue siendo, la mar de entretenido.
            Y, bueno, vida no hay más que una. Y la quiero, y os la deseo, sencilla y con algún toque simpático.
            En particular, dedico ese deseo a todos los que sufren. Tengo amigos, tengo ese lujo. Algunos se han enfrentados al cáncer con un espíritu envidiable. Derrochan ganas de vivir. Este pasquín va por ellos.

            Y para todos, seguidores del Manchester United incluidos, feliz año.