lunes, 19 de septiembre de 2011

Tarde de circo

El viernes nos juntamos 15 amigos para irnos al circo del sol. Lo pasamos genial. Mi cuñada se ofreció a llevar bocatas que nos tomamos en el intermedio ¡huuuuuum! Preparados con cariño y con panes de semillas que son mi debilidad. También completó el picnic con bebidas frescas para todos ¡qué detalle y qué lujo!
Pero no era eso solo lo que quería contar. Era sobre el circo en sí. Cada número es como un sueño hecho realidad. Hacen lo imposible con sus cuerpos. Técnica y esfuerzo creando magia ¿Quién no ha soñado de pequeño con volar agarrado a una piña de globos?
Pues en eso consistía uno de los números más tiernos. Una joven (enana) preciosamente vestida de rojo y oro, iba suspendida de 5 globos de gas gigantes. Se apoyaba con la punta del pie en la mano de un compañero medio gigante que dialogaba con ella. Ella reía como una niña divertida y de pronto tomaba impulso y se dirigía hacia el público flotando suavemente. Cuando bajaba le ofrecían manos para que se impulsara de nuevo y volvía al techo entre risas. Así se recorrió todo el aforo con música de fondo.
Cada número superaba al anterior transportándonos al cielo con unos ángeles increíbles o simulando una bola de música y nieve, con vida propia.
Mi enhorabuena a todo ese equipo que conserva al niño/a que lleva dentro y es capaz de devolvernos los sueños.