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Dios
andaba aburrido más que enfadado. No sabía a qué dedicarse con tanto equilibrio
universal. Como un entretenimiento creó la Tierra, una pelotilla redondita y
azul donde empezó a dejar caer lo que no le había servido en otros mundos. Con
fórmulas sencillas, el pequeño sistema funcionaba bastante bien.
Sin que se diera cuenta, el
diablo sembró semillas de ser humano, ese bicho que Dios había ordenado hacer
desaparecer.
Mucho después…
-No acabo de entenderlo,
muchacho –le dijo al diablo, poniéndole una mano en el hombro-. En fin, me voy
que tengo un Juicio; ya repasaré mis ecuaciones y veré qué ha podido pasar. De
momento, fulmínalos y llévalos contigo.
-Y vuelta a empezar –soltó el
diablo, aguantando la risa en medio de una miríada de ángeles-. Una y otra vez.
Es pasar una eternidad y se olvida de todo.