domingo, 14 de noviembre de 2010

"Misha"

Era muy de noche. Paseaba por la calle y me pareció sentirla. Sí, allí bajo la rueda del coche aparcado maullaba una gatita.
-¿Misha?¿Misha?, -llamé acercándome a la rueda. Entonces la gatita tímidamente se asomó y se acercó a mis pies. Intenté cogerla pero se escondió de nuevo. Volví a llamarla. ¿Sería realmente Misha, la gatita blanca que mi hija había recogido porque alguien la abandonó en su lugar de trabajo? ¿Por qué la pequeña gatita de apenas dos meses se había escapado de la casa? Quizás buscando aventuras salió por la ventana entreabierta del piso bajo donde vive y tal vez no supo regresar. Los primeros días, un platito con pienso estaba en el portal de la casa por si regresaba. Después de la primera semana, ya la daban por perdida y, supongo que con el corazón roto, retiraron el platito. Yo apenas la conocía porque solo la vi una vez un momento. Era muy asustadiza. ¿Cómo podría sobrevivir tan pequeña en un lugar tan hostil? Aquí cerca no hay parques ni zonas donde refugiarse.
Misha era blanca. La que asomó bajo el coche era una gatita gris, escuálida, temblorosa y algo más grande que la que yo recordaba. Esta vez la cogí con cariño y se dejó. La miré de cerca y me pareció reconocer sus enormes ojos azules. Cuando me acercaba a casa saltó desde mis brazos y se escondió de nuevo entre los coches. Lo hizo varias veces hasta que logré traerla a casa. Se comió un plato completo de pienso de perro. Durmió toda la noche tranquila en un trasportín grande con un cojincito blando y bajo cubierto. Ronroneó mirándome y me robó el corazón. Al día siguiente ambas se alegraron de reencontrarse.
¡Menos mal que no me equivoqué de gato!

LECCIÓN DE AMOR.

Quise jugar a amar como un deporte sano,

en donde el respirar se encargaría de todo:

formas, maneras, modales y hasta el modo,

ejemplo: al principio hay que besar la mano.

Más tarde, es lo normal, calentamiento

que pondrá al cuerpo a punto o parecido,

y músculos, y huesos, tendones retorcidos,

darán el paso a un buen estiramiento,

imprescindible en estos lances conocidos.

No pararé, supongo, a recobrar aliento,

listo para salir del punto de salida...

Aquí me pararás como la vela al viento

y harás que amar sea cosa distinguida

de dar carreras, sustos y aspavientos.

-Pues soñaré rabioso en mil mujeres,

que aprecien mis deseos, de amante furibundo

diré sin mal decirte que me quieres.

Responderás, sin levantarte de la cama:

-Podrás buscarlas, dar la vuelta al mundo,

pero busca a la vez mujer y dama.

Me detuve en la puerta y me callé

la fuerza quieta, la sonrisa helada,

seguro que otros besos, me pensé,

tendrían para mí sabor a nada.

Así que aún sin vestirme, me acosté,

rompí el billete de ida y me quedé

para aprender amor de labios de mi amada.