viernes, 1 de febrero de 2008

DEPORTES (I)

TENIS.

 

 Eliminatoria previa para el torneo de Roban Carros. Se enfrentan dos desconocidos, situación resuelta por el anfitrión del torneo, Mesié Pelón Dilserebre, que los presenta inmediatamente, con ese don de gentes que Dios le ha dado:

-Aquí Mesié Iván Mokolovish, aquí Mesié Jean Paul Tranza, su contrincanté de hoy.

-Encantado.

-Encantado. Y anchanté también, o te crees tú que voy a ser menos.

Se quitan las bufandas y pelotean antes de empezar:

-¡Esa blusa, pero qué blusssón más eleganteeee!

-Pues a mitad de precio. Y desde luego, me dice usted dónde ha adquirido esa monada de sombrerito, que le cae pero que estupendamente.

-¡Será zalamero! Si vengo la mar de discretito… Pero, en confianza, en Avenida Yvuelt, esquina Malagripe, te encuentras cosas divinas como ésta. Tú pregunta por Clarence, y le dices que vas de mi parte.

Se van hacia su lado de pista cada uno. Les echan pelotas nuevas. Una genial intervención del jefe de pista ha hecho que estén peinadas todas con la raya en medio.

Aparece el juez de silla. Aplausos y más plausos: Unos siete en total.

Aparece el juez de fondo. Los del fondo salen absueltos por falta de pruebas, pero, en el fondo, se quedan. Aplausos. Los del fondo aplauden a los de tribuna. Así más de cuatro minutos.

-¡Silensie, pogfavó!

Se anuncia a los jugadores el final del calentamiento. Para todos, es un jarro de agua fría, pues se estaban haciendo buenos negocios. Y es que unos tipos guapos, unos tipos de interés, han bajado mucho desde la tribuna. Al lado de dos morenazas. Casualité.

Sorteo de saque: Un japonés gana la botellita de 3/4. Aplausos.

-¡Silensie, pogfavó, o a mí me va a dag hoy algo hoggoggoso con síntomas!

Comienza el partido. Saca Mokolovish, fuerte y ajustado. Pide disculpas al vendedor de refrescos, pero le dice que comprenda que por ahí no debe pasar. Se dan la mano y pelillos a la mar, porque las gafas no se le han roto. El árbitro concede nuevo servicio; con duchas y sauna.

-¡Silensie, pogfavó, o hago desabillé la pista!

Silencio.

El servicio es esquinado, potente, con efecto. Tranza hace lo que puede por esquivarlo, sin darse cuenta de que cuando van a por uno, es tontería. Recibe el pelotazo en una posición conocida en Chequia como infame. Termina el primer juego y hay cambio de campo. Pero se hace con mucha rapidez, pues los colaboradores de ambos jugadores traen muy buenos equipos de mudanza.

Dos señoras muy elegantes del público gritan “¡así se juega, cohone!”, y se ríen recíprocamente la gracia, incluso cuando se levantan del suelo fuera del estadio, y les tiran sus bolsos, con un “Y no quiero que vuelvan por aquí, ¿estamos?”

El juez se dirige al resto del público femenino.

-¡Señogas, pogfavó, silensie, como cuando triligili con sus magidos!

Sirve ahora Tranza. Lo hace con mucho más estilo que potencia. La pelota, agradecida, realiza parabólicas piruetas hasta llegar, al final, a donde  tenía que llegar. Un dentista, atento, consigue que la mandíbula de Mokolovish se abra lo suficiente para que pueda expulsarla. Y sin anestesia.

Aplausos.

-¡Silensie, pogdió, que me duele el alma!

Silencio.

Tercer set. Empate. Última bola. Un revés de Tranza, muy ajustado, pone la pelota en el mismito filo del campo del otro, Mokolovish, quien tiene el tiempo justo de hacer el puente a su coche y llegar para devolver esa bola endiablada. Tranza, incansable, se tira para evitar ser desbordado, pero –lástima- antes de que el otro golpee la pelota. Ser tan previsor hace que la vida se vea sin ilusión. Pierde. Ve como  entregan el trofeo al otro y le patea los cotolengos. Todos los jueces, el de silla, el de pista, el de red y el de fondo, se van a por él.

Aplausos y desalojo de la pista para preparar el baile de fin de curso, que es lo que deja dinero. 

SON ESAS PEQUEÑAS COSAS… (I)

Música y/o encuesta de población activa.

Denuncia en la S.G.A.E: Al inscribir una obra del autor Jonás Iterflai, el registrador le ha pedido que se defina con claridad. Al ver que artista y administrativo casi llegan a las manos, interviene el presidente, Teddy Bautista, para intentar solucionar el problema. 

-Yo quiero que se sepa que mi obra es una brevísima  composición musical para muy pocas personas, -dice el creador. 

-Yo, en cambio, le he dicho que no soy personal del INEM, -responde el encargado. 

El título, es efectivamente, si de dice muy deprisa, el que provoca este follón: 

“Dos notas para dos.” 

DI VERSIFICATIO ANTICUUM (I)

... E pusiéronse las mozas a rozarse. 

Y era tal el frenesí de esas mujeres, 

que aunque fuego, realmente, nunca vieres, 

pensarías “estas dos van a quemarse”. 

Tal sus pieles coloradas, llameantes, 

que volcanes casi afónicos de envidia, 

enviaron lavas rojas por perfidia, 

y  enfriar a las mozas cuanto antes…

El monge Auskultatto Pambulossi, de la región Camboria, tenía estos versos en su tratado con dibujitos de título “En invierni, e meggiore con dúo muggieri…”, de modo que su prior, el abad Filimpare Masuno, se lo guardó entre los volúmenes de Ciencias, donde sabía que no lo consultaría ningún novicio del convento.