Sevilla, mi ciudad. El refranero y sus verdades. Hoy al levantarme me encontré con un día gris, plomizo y algo más que fresquito. Tenía que hacer unas compras y llegué a sus calles, a esas calles de ciudad hermosa y visitada. El bullicio estaba asegurado. Miles de turistas invadían todos los rincones, cámaras de fotos por aquí y por allá, guías con sus explicaciones y sus marcadores de lugar originales.
Mi ciudad rebosaba vida, y el Sol, tímidamente, fue ocupando un lugar importante en esta puesta en escena, en esta maravillosa obra de arte que es Sevilla.
Y ahí estaba yo, con mi camarita de fotos, dedicándome hoy por entero a esa torre que todos miran extasiados, alzando la mirada hacia los cielos para encontrarse con ella, o tal vez con él (según hablemos de la Giralda o del Giraldillo). Femenino o masculino, qué más da, si su belleza y su porte nadie lo pone en duda. Y aquí os dejo, mis miradas, su hermosura y mi amor a esta tierra mía.
Mi ciudad rebosaba vida, y el Sol, tímidamente, fue ocupando un lugar importante en esta puesta en escena, en esta maravillosa obra de arte que es Sevilla.
Y ahí estaba yo, con mi camarita de fotos, dedicándome hoy por entero a esa torre que todos miran extasiados, alzando la mirada hacia los cielos para encontrarse con ella, o tal vez con él (según hablemos de la Giralda o del Giraldillo). Femenino o masculino, qué más da, si su belleza y su porte nadie lo pone en duda. Y aquí os dejo, mis miradas, su hermosura y mi amor a esta tierra mía.