viernes, 15 de febrero de 2008

ESTATUTOS

El tiempo es oro. Un reloj hecho desde la primera hasta la última de sus piezas del dorado metal, regalo de mi mujer, redondea el refrán. Un prodigio de precisión, con una maquinaria que no avisa del ordenador que contiene. Una maravilla.

Lo llevo a todas partes. Durante tres años, once meses y veintiocho días, lo saco del bolsillo de mi chaleco, de donde aparece para sostenerlo una hermosa y fina cadena también de oro cosida por dentro, y doy la hora a todo el que me lo pidiera en mi club, el Crines Grises, que reúne a todos los aficionados a la hípica de la ciudad.

Un club donde ninguna mujer ha entrado, ni siquiera las esposas, ni una camarera, ni una reina, desde que se fundó.

Las esposas lo entienden y respetan. Además, ellas tienen mucho más sitios donde ir.

Ayer, la señorita Virginia Preston, recién llegada de Maryland, desafió desde la puerta al recepcionista, Longobard Collins, llamándole machista por no dejarle entrar.

Ante la insistencia y los comentarios ingeniosos pero despectivos de la señorita Virginia,  Longobard bajó los escalones de la entrada y, en plena calle, le dijo:

-Señorita, según nuestros estatutos, sólo aceptaremos su solicitud el día de un año bisiesto en el que se celebre el primer aniversario de boda de nuestro socio cuyo número coincida con su edad.

-¿Qué día es hoy? –preguntó la señorita con una mirada pícara.

Yo entraba en ese momento y saqué mi reloj. Le di la fecha además de la hora, al variar a “calendario” la apariencia gracias a uno de sus botoncitos. Me pidió ver de cerca mi reloj y, antes de devolvérmelo, le dio la vuelta y vio la inscripción grabada al dorso.

Hoy, día 29 de febrero de 2008, la señorita Virginia Preston ha sido admitida como socia femenina número uno de nuestro club.

Llevo cuatro años casado sin poder celebrar, hasta hoy, ningún aniversario propiamente dicho.

Por  supuesto, no diré el número de socio con que figuro en la lista del club. Y sobra decir que la señorita Preston ofició de dama de honor en mi boda.

TEOREMAS FUNDAMENTALES (INDISPENSABLES)

El del punto.

Deben estar a punto las siguientes cosas:

1)    Las lentejas, o se pegan.

2)    El arroz, o se pasa.

3)    El vino, o se pica.

4)    Un piropo, pues la mujer se pica y te pega si te pasas.

 

El de la recta.

Deben ser rectas las siguientes cosas:

1)    La conducta, o te pegan.

2)    Tu esposa, o te la pega.

3)    La espada, o es de pega.

4)    Las alas del avión, o no despega.

 

El del volumen.

Debe controlarse el volumen de las siguientes cosas:

1)    Del televisor, o te deja sordo.

2)    Del relleno del wonder bra, o te deja bizco.

3)    De la botella, o te pones ciego.

 

El de las paralelas.

Hipótesis Generales:

1) El gimnasta iba sin calzoncillos. De acuerdo.

2) Faltó esa sintonía con el personal de mantenimiento que le ha llevado a tantos éxitos. No era momento de pasarle el teléfono móvil.

Tesis/Conclusión: Se deja como ejercicio.


Aproximación.

Redondear a la baja no debe confundirse con lijar a una señorita de menos de 1,50 metros de altura (con tacones).


Teorema sobre números primos.

Solo sirven para contar a los pringados.


El polígono. Grandes preguntas.

Si tiene tantos lados, ¿no debería parar ya? ¿y cambiar su nombre por el de muchígono, algo más popular?


Principio de Aquí me des.

No pienso moverme de tu casa, de aquí, hasta que no me devuelvas, me des, lo que me debes, Arquímedes, que tienes tú mucha cara. Por principios.


Continuidad.

La función, si no se levanta, no sé cómo puede ser continua. Será la disfunción, digo yo.