lunes, 10 de marzo de 2008

UN DESLUMBRANTE POLLUELO


El cascarón no se rompe. No tengo ganas de trabajar. ¿Por qué ese duende al que mi mamá llama con tanta fe, aún no se ha dignado a aparecer para auxiliarme? Es él quien debe arreglar este problema. Mi mami, cansada ya de una vida vacía y aburrida, me pidió como deseo. Pero ese enano despistado no llega y me asfixio aquí dentro.
Si me emplease a fondo, con mi pico duro, seguramente lo rompería, pero la verdad es que es mucho trabajo y yo he venido al mundo para otra cosa: para deslumbrar. El duendecillo será el responsable de que nazca hiperactivo, de lo mal que lo estoy pasando.
También mi madre sufrirá las consecuencias y no pondrá huevos de los buenos, con el disgusto. Y es una pena, la verdad, porque los huevos de mi madre no son unos huevos cualesquiera. Así que eso es lo que hay. Como éste no venga esta noche y me saque rápido, me veo currándome yo, con mi piquito, la perforación de esta coraza, y eso estresa tela.
Y veo a mi madre poniendo, si acaso, huevos normales ya para siempre; ni de oro ni nada de nada ya. Y teniendo que comprarse el libro de autoayuda ése… ¿cómo se llama? ¿Supermamita? Sí, sí, eso, Supermamita. Le hará falta para educarme.