lunes, 8 de marzo de 2010

Cuentos paralelos. Epílogo.

En el gran castillo de los dientes, todos se preguntaban qué iba a pasar con el pobre ratoncito que siempre erraba en su cometido. Al pie de un gran portalón, temblaba solito mientras esperaba que lo llamaran de la gran sala donde se celebraba la vista preliminar de su caso, por sustracción indebida y otra serie de cargos que ni siquiera supo comprender.
Por fin lo llamaron. Sus patitas apenas respondían al intento de andar. El pánico lo invadía cuando con la mirada gacha se acercaba al estrado donde un enorme elefante iba a juzgarlo. El hada de los dientes habló a su favor, pero el fiscal no estaba por la causa y azuzaba a la gran pantera negra que ejercería de verdugo. Fue entonces cuando se presentó como testigo el abuelo. Aquel anciano despistado de corazón de oro dijo que gracias al ratoncito había recuperado la complicidad con su nieto y la confianza en sí mismo que había perdido hacía muchos años cuando le tuvieron que poner la dentadura postiza. Contó con detalle cómo había sido incapaz de salir sin ella en 20 años que la tuvo. Explicó su recurso de plastilina y el fracaso que fue y cómo gracias a ello había encontrado un nuevo amor en su vida al que nada le importaban los dichosos dientes. El caso fue sobreseído. El ratoncito agradecido se quedó a vivir con el anciano y buscó otro empleo. El nieto para celebrarlo preparó para todos una deliciosa y tierna foundee de queso. Y colorín colorado…