ELIXIRES.
La ilustre doctora en algo, Bárbara Tija, nos deja un pequeño avance sobre su reciente trabajo relacionado con las pócimas en el suplemento dominical de la revista Nenitos, especializada en cultivo de chinches y palmeras.
En relación a pociones de amor, nos cita el preparado Erlaparamet, un inefable líquido verde que obliga a los hombres a orinar siempre en posición horizontal si se pretende verter aguas dentro del inodoro, dada la permanente comparación que se realiza al encontrarse entre quienes la han ingerido y la Torre Eiffel.
PÍLDORAS.
Nos llega de la India la pastillita Asuhigadin, redonda, tierna y masticable, que elimina por completo los efectos de cualquier borrachera, con la novedad de que su efecto es contagioso. Para demostrar su eficacia, el doctor indostaní Abralacasayah hizo que un niñato de mierda, que venía de una botellona indecente, se tomara el pastillón en la puerta de su casa y, como venía por más dinero y bebida, al volver con sus coleguitas dejó a seiscientos adolescentes completamente sobrios y estudiando Teología Avanzada hasta las cinco de la mañana.
BREBAJES.
Cada año, por razones de palidez, miles de peregrinos acudían por la mañana a la consulta de la gitana Cayetana, cuyos brebajes obraban maravillas en su cuenta corriente. Uno de los más celebrados era el Pontenegrín, un compuesto entre blando y viscoso que hacía difícil distinguir a la esquimala Utinia Escerograd del bantú Emilio Betún una vez ingeridas unas gotas. La mayoría de sus clientes eran gente de las que gusta presumir de moreno en Semana Santa y de piel de cadáver en verano. Pero así es la vida, y también para esto último existía el repaso de las pieles renegridas con un papelito de lija, con suavidad y paciencia, papelitos que también vendía Cayetana en pliegos de tamaño cuartilla.
INFUSIONES.
La más famosa fue la que se tomaron juntos los presidentes de Caja Castilla La Mancha y el de Unicaja. Fue de un efecto fulminante.