miércoles, 10 de septiembre de 2008

POMPAS DE JABÓN
De pequeño le gustaba jugar con las pompas de jabón. Las dejaba elevarse impulsadas con la sola caricia de de su aliento. Se alejaban de él con un vaivén acompasado, que para los ojos de su amigo Javier, era la mejor canción de cuna para dejarse dormir bajo la higuera.
Rafael siempre fue un niño. Ahora, cuando está a punto de cumplir los 90, sueña cada noche que su madre le llama apoyada en el quicio de la puerta.- ¡Rafael a merendar!Aqui tienes el trozo de pan con aceite y azúcar- , y que sus pompas de jabón juegan con el lucero de la mañana

Otro Edén

Sabes que me gusta desbrozar pensamientos y que es en estos días lúcidos, otrora demasiado oscuros, cuando descorro el velo semi-transparente de mi mundo y te lo muestro así, tal y como lo ves.
En este cosmos no hay deidades acuáticas, tan sólo alguna que otra sirena con cantos entre los que se confunden toses y carraspeos.
La edad también está reflejada en sus ojos.
En lo más alejado del jardín sigue ese manzano, con su reptil onduleante de mirada oblícua. Ya nadie se sirve de sus frutos pues sobre él pesa una extraña leyenda de castigo y exilio.
En el piso de arriba vive un conejo hastiado, sospecho que anda algo trastornado porque no deja de repetir: "Alicia no me persigas más", "Alicia no", "Alicia no.."
Pandora jugó todos sus vicios y virtudes a la apuesta más grande, ahora la ves caminando de acá para allá buscando con lo que llenar su caja. Los días buenos, los menos, encuentra un diente de león, una gota de rocío...
Puedo advertir en el desasosiego de tu forma de observar que poco o casi nada de lo que ves te gusta.
Te anticipas.
Si te deja de dar miedo y me dejas que te lleve de la mano caminaremos acompañados ladera arriba.
Ahora te sientes poderoso pues con tus sentidos lo abarcas todo.
Puedo verte sonreir.
Aquí te complaces en saber que existen olores a vainilla y azahares,
que la hierba está fría bajo tus pies,
que la lluvia a modo de capricho puede visitarte mezclando en el cielo, claridad, nubes y estelas de colores,
que existen mirlos blancos, gorriones pelirrojos,
que los sauces ya no lloran,
que puedes dibujar con la yema de tus dedos el camino del sol, si quieres dos atardeceres en un día los tendrás;
y que te encantaría quedarte...
Yo te invito a que lo hagas

microrrelevo 3

Tiene un merecido y destacado sitio en el verdor intenso de mi jardín.
Y allí, entre las sombras frescas duerme oculto esperando un momento especial que sólo yo podré designar. Tendré que pensarlo bien pues una vez sacado a la luz solo me quedará su grato recuerdo. Cada noche cierro el jardín con celo. Solo yo puedo visitarlo. Solo me tiene a mí para contemplarlo. Pasan los años y por fin llega ese día… ¿Cómo no me fijé en que tenía fecha de caducidad?