domingo, 9 de noviembre de 2008

VISITA DE MUSA AMIGA.

Veo que esperas, a ver qué se te ocurre:

Si las letras se quedan hoy contigo,

o si han dicho que mantienen su castigo

y te cansas de pensar, y que te aburres

persiguiéndolas sin pausa en tu condena,

proponiéndoles que formen unos versos,

y que olviden por fin  ese perverso

regocijo provocado por tu pena.

 

Pero ¿cómo te atreves, irascible,

a obligarles que encajen como piezas?

Un sinfín de cabellos da una trenza:

en un verso esa medida es imposible.

 

Vuelve a ser aprendedor humilde,

mira atento las cosas que suceden;

si pasando ante ti verlas no puedes,

se irá el punto,  con la coma y con la tilde.

 

Vamos, vamos, poeta desde lejos;

no hables tanto de ver Venus o Urano:

Lo que no puedas tocar con tus dos manos,

puede el alma aprender sin catalejo.

 

De lo visto a tu lado harás acopio,

que tampoco lo cercano es tan visible:

Hay quien pierde, por perder, un imperdible

y lo quiere buscar con telescopio.

 

Siempre intento, poeta intermitente,

que te hagas persona antes que escriba

y no pierdas el tiempo yendo arriba:

Sé mejor observador, constantemente.

 

De una forma elegante, sin un lazo

de cadenas para atar ramos de flores,

invéntate las nubes de colores

y hasta plumas de cristal, en un plumazo.

 

Si has tenido el coraje de empezar

un poema, híncale el diente,

no dejando todo esfuerzo en un azar

y afírmalo con fuerza, sé valiente.

 

Ya te dejo en tu sueño, poetilla,

como Musa que pasaba por tu casa,

he venido a ver qué es lo que pasa,

viendo tanto vacío en tu cuartilla.

 

Y me voy algo más tranquila que antes,

cuando vi tan poco verso y tanta prosa.

He sentido ya palabras que, rasantes,

han volado a formar verso generosas

al ver que, antes que poeta, eres amante.