-Que sí, san Jorge, que sí.
Que síiiii. Escucha, escucha… Si yo sé que tú le pones toda la voluntad del
mundo. Pero ahora, con tu lanza en el corazón –sin pincharte, ojo-, dime a mí
quién me draga el lago, estando como estoy a puntito de abrir el parador, con
el cien por cien de ocupación. Ese dragón era mis pies y mis manos. ¡Si hasta
era mi mensajería aérea, hombre de Dios! En fin, nada, nada, hombre, déjalo, si
más noble que tú… anda, vete al carajo y no vuelvas. Menos mal que tengo un par
de huevos a punto de eclosionar. Veré cómo me las arreglo mientras. Hala, un
abrazo, y no seas tan lanzado.
lunes, 6 de junio de 2016
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