domingo, 21 de febrero de 2010

UN PAR DE COPLILLAS ANTIGUAS

Cuando los días de fiesta baja al pueblo,
la plaza se halla llena de pastores,
por allí va la reina del cortijo,
coronarla de pámpanos y flores.

Qué pastora más divina sí,
dice el cura leyendo el misal
y contesta el monaguillo:
"Padre, que en el libro esa
pastora no está".
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OTRA COPLILLA

El de la gorra de cuadros
si no lo sangran se muere
porque le ha dicho la novia
tres veces que no lo quiere


Cuatro esquinas tiene un puente, Manuel
y cuatro la corredera, Manuel
y cuatro tiene la cama, Manuel
donde duerme mi morena.
Hay que quererla Manuel,
hay que quererla Manuel,
con ilusión, faraón.


Así contrarresto lo último que escribí,
que era algo triste.

SOLUCIÓN.

Quedaron en entrar a la sala del cine por puertas distintas una vez oscurecido.

Pidiendo permiso, ella se sentó en el único hueco que había libre de la fila.

Antes de poner manos a la obra, se apagaron todas las luces y la oscuridad se hizo total. Aterrada, pues no podía preguntar, pensó que no sabía si él estaría a su izquierda o a su derecha. Acababa de conocerlo.

Decidió resolver la situación echando mano a las dos cremalleras.

De ninguno de los ocupantes salió ninguna señal de protesta y se dieron dos finales felices con un mínimo de efectos secundarios e invisibles. Además, sin ruido.

Antes de comenzar la proyección, se encendió la pantalla y se emitieron algunos luminosos anuncios de publicidad, en concreto de una bebida refrescante, justo la que sostenía él en sus manos llamándola desde su asiento correcto.