domingo, 14 de febrero de 2010

Tu nombre

No me gustan los bolígrafos,
al segundo su tinta se seca
y lo escrito queda para siempre.

No importa cuánto pases los dedos por encima de las palabras,
se quedan ahí.

Recuerdo la parte gris de las gomas de borrar
que usaba para eliminar ese trazo
en los años de escuela.
Rascaban el folio
y le dejaban una herida.
Pero era la única manera de poder volver a empezar
aunque fuera sobre una superficie
extremadamente frágil y latente.

Ahora entiendo
por qué y para qué
tengo esta marca en la parte izquierda de mi pecho.