¿Cómo no me fijé en que tenía fecha de caducidad?
Había organizado mi vida despertando la envidia de mis amigas: Karla, Vitriola, Amaranta, Denisse y Rodoflecta cuando recibí el paquete y ellas aplaudieron el que sería mi plan de felicidad eterna, con detalles como paseos a las seis y doce, besos a las dieciocho, brisa de abanico a las veinte y sexo salvaje a las veintitrés… y así, o sea, todos los días.
Y yo, Bertrana Moravia, la ganadora del concurso, no caigo en ver que mi ciborg Ariel 1.5 es un prototipo de cocinero bastísimo para el ejército hecho para cinco años exactos. Los que terminaban esta mañana. ¡Qué rabia! Justo antes de salir a dar nuestro primer paseo. O sea.