jueves, 26 de mayo de 2011

Tiempo para pensar.

El oasis Al Wazir era el último. Si Akeem Basar no llegaba a tiempo a él, moriría de sed por culpa de la maldición de la hermana de Yasadira, la mujer que él había rechazado para casarse con otra a quien no quería, pero que aportaba una mayor dote al matrimonio.

La bruja Bruna, apenas una niña, estaba tan enamorada de Akeem que soñaba con ser su cuñada hasta que Yasadira muriera de vieja y ella ocupara su lugar como esposa. Pero ahora, con la mujer rica, no podría ser. Y Bruna se envenenó de rencor.

Al oír que Akeem Basar se trasladaba a la ciudad de Bergaliana para conocer a su futura esposa, Bruna dio de beber a los camellos de la caravana un brebaje que los desorientó. Akeem no se dio cuenta hasta que habían pasado dos semanas caminando por el desierto, cuando lo normal es que hubieran llegado en diez días a Bargalina partiendo desde su casa.

Empezó a faltar el agua y los hombres de la caravana se pusieron nerviosos. Si no llegaban a tiempo a Al Wazir los hombres y las bestias morirían de sed.

Akeem averiguó en sueños que había sido embrujado, aunque no por quién.

Consiguió dormir a sus compañeros de viaje para evitarles la sed y él mismo acudió en sueños a pedir ayuda. En cuanto se abrió del todo el mundo de los sueños, apareció Bruna.

-¿Cómo pudiste dejarnos a las dos sólo por ser más rico?, -le dijo sin mirarle a los ojos.

Akeem todavía no sabía hablar bien en sueños, pero lo que pudo decir fue que no condenara a los demás hombres a morir de sed. Él era el único responsable.

Cuando se despertaron, sus criados y porteadores se vieron rodeados de los manantiales de agua fresca y la sombra de las palmeras de Al Wazir, donde bebieron, refrescaron sus cuerpos y descansaron.

Akeem pudo ver en su sueño cómo los hombres se recuperaban y le llamaban a gritos echándole de menos, hasta que, dos días más tarde, llegaron sin él a Bargalina. Allí esperaron un mes para celebrar la boda, hasta que el padre de la novia rompió el compromiso y casó a su hija con un joven de la propia ciudad de Bargalina.

Y todas estas cosas podía verlas Akeem dentro de su sueño, aunque sabía que eran verdad.

Y se acostumbró a vivir dentro del sueño, porque Bruna no le despertó jamás. Y es que Bruna no sabía hacerlo, desconocía cómo darle la vuelta al hechizo del sueño eterno.

Lo único que propuso a Akeem, para compensarle, fue dormirse ella también y vivir juntos dentro de un sueño compartido.

-¿Dijiste dejaros a las dos?, -preguntó Akeem, aún algo dolido por las formas-. Lo pensaré.

-No tengo prisa, -respondió Bruna acostándose a su lado dentro del sueño.

sábado, 21 de mayo de 2011

Cándida Ta

Era cierto: estás como una cabra,

y tu asesor de imagen, el granuja,

te dijo que tu look sería el de bruja

con ropa transparente y tez macabra.

Así que, en las primeras votaciones,

donde fuiste cabezona de lista,

mostraste bien tus dotes de ocultista

mutando r por l en elecciones.

El público aplaudió, como querías,

te ovacionó que reaparecieras

y siguieras con tus supercherías,

viniendo a terminar la discursera

sin la menor pizca de lencería:

dejando ver tu ideología entera.

jueves, 19 de mayo de 2011

Desfiles de moda (2).

Desfile otoño/invierno. Para Súper héroes en plena acción, acción moderada y reposo.

Pasarela Marvel. Móstoles.

Buenassss. Soy Cándido Blegado, apóstol periodístico de la moda Oul, la Frodelius y la Gutarri, de la última tendencia neoyorkina. Pero estoy aquí hoy para el pase anual de los/las que destacan por súper poderes o capacidades. Narro con detalle para ustedes, desde mi posición privilegiada de corresponsal de la Cadena Perpet. Ahí les voy, que esto empieza ya mismo:

Sale primero la Masa. Yo diría que viene cruda, y no me lo nieguen antes de que les cante lo que lleva puesto alrededor de cuello, cintura y juego de colgantes babilónicos: ¡Una toga de moaré cuajada de bolitas color pálido, pálido!, muy lejos de aquel verde intenso que hizo furor con este héroe aniquilador de grúas allá por los setenta. Al llegar al final de la pasarela, se le cruza una cucaracha, la pisa y se anuncia y produce una pausa de cuatro horas, lo que se tarda en poner una nueva pasarela.

Le sigue el Hombre Invisible. Sé que esta vez no es una percha mecánica debajo del modelo, porque muchos hemos tirado alfileritos y se nota que le hemos pinchado en algunas zonas, casi siempre la misma, porque ha soltado grititos. Viene envuelto en un traje doble de cuatro mangas, sin solapas, corbata bajo la camisa y pantalones de pana. Lo anuncian como “lo mejor para quien no tiene mucha costumbre de llevar nada concreto”. Se marcha desnudo, eso que puede, recibe aplausos a rabiar y se lleva un coscorrón con el coordinador, que no sabe con qué ha tropezado y maldice las señales de tráfico y las farolas mal puestas. Esto se anima.

Desfila antes del descanso el hombre bala (sujeto y verbo, no adjetivo relacionado con la velocidad). Nada más entrar, suelta su agudo reclamo pastoril de modo breve e intenso, hasta romper cientos de gafas y copas de anís, coincidiendo con la entrada de ciento cincuenta mil ovejas merinas que le acompañan y custodian.

Pausa para tomar algo.

Entre bastidores, vemos cómo la dama del crimen conocida como la Viuda Negra le está echando una miradita a un recién jubilado con buena paga. El jubilata, tonto como él solo, no consigue retener la mandíbula inferior en su sitio y entra al trapo. Antes de la reanudación del desfile, están escribiendo su esquela y preguntando a la bicha su número de cuenta completo.

Se sienta la gente, eructamos un poquito por la generosa copa de gaseosa dada por la organización y volvemos al tajo:

Aparece Toses Man, un héroe legendario. Viene con la cara roja y gira expectorando sin distinción a todo tipo de público, con radio de alcance hasta la quinta fila. Sus mallas ajustadas, el azul intenso de sus bufandas, más de diez, que se enrollan vertiginosamente a su cuello, hacen juego con las venas a punto de estallar, única forma de cortar por lo sano tanto ataque de tos ferina indiscriminada.

Cierran el desfile el Dios del Martillo Pilón, con más capas encima que las paredes de mi casa, rematando remaches de la tarima del suelo y el Hombre de Hielo Picado, poniendo hasta arriba los vasos para que en el cubata de después quepa menos ron, al estilo chiringuito. Su mirada nos deja helados. Trae una mantita eléctrica a cuadros en los riñones porque él, en estas fechas, lo pasa fatal por la humedad.

En resumen, un desfile entretenido.

martes, 17 de mayo de 2011

Conquista

Cuando todos los tesoros caben aún
dentro de una caja de zapatos,
las diabluras de una tarde en compañía
-sobre las dunas, dentro del arbusto o bajo la mesa-
valen para ganarse la merienda.
[Lorenzo Ortega]


Incertidumbre




De la tierra y el agua
me han forjado
¿Será la vida
aquello que asoma
tras la grieta abierta
por mis manos?
[ Peneka ]

Despertando a la vida



Toma de mis manos el calor.
Renace en ellas.
Y no te vayas.
[Isa Riquelme]

Desesperación azul







Te grito, espero de ti,
cielo azul en cuerpo abierto
dame aliento, entra en mí.

[Gabriel Barrios]

lunes, 16 de mayo de 2011

Inauguración



¡Cuánto disfruté en la inauguración!
Hay días que van marcando el calendario personal de nuestras vidas, que nos llenan de emoción, de ilusión. Que gustamos compartir con nuestros amigos, con nuestra familia, y el 14 de mayo pasará a mi memoria marcado en rojo.
Os agradezco vuestra colaboración. Os pido permiso para colgar aquí vuestros poemas. Esos especiales que escribisteis con el corazón para mis obras. Mientras tanto pongo alguna foto del evento.




















domingo, 8 de mayo de 2011

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XXX).

Rebatalla del bar Nizado.

Ayer era martes insulso y el conjunto de borrachos licenciados en vomitonas asociados bajo la razón social “La Pella Fija” aterrizó a eso de las ocho menos cuarto en el bar de Isaías Nizado, una tasca con capacidad para doce clientes, once cucarachas y dos carritos de bebés. Estaban prohibidos el cante y las ratas, las cuales fueron expulsadas en 1995.

-¡Nasnochie, mushashiiiiooo y mushashiiiiaaa!, -dijo al entrar el representante legal de la asociación, esgrimiendo una copia de las escrituras de apoderamiento y fundacional-. Ponnnnos lo menos sien servesita a gada uno, ge hoy mishmo se cumplen treh meseh desde la constitucsión de nuestra persona jurídica sin afán de lucro.

Al poner la última al último del grupo, Isaías temió lo peor:

-¿Ni una babafrita pa empapochá las birra?, ¿ni una?, -dijo el secretario al sentir el estómago vacío mientras las pupilas de sus ojos cambiaban simultáneamente de globo ocular.

Isaías saltó por encima de la barra, después por encima de un papel que había en el suelo y huyó. El grupo relinchó al unísono y, ebrios sus miembros de poder y gloria, embebidos por el espíritu del sabor previo de la sangre en la batalla y sus otros miembros pidiendo turno para ir al baño, tomó la tasca como un fuerte y allí se hicieron ídem.

La puerta se atrancó desde dentro y la consigna sonó como el gran grito de guerra (el GGG):

-¡A for los barriles, cagonmihmueltos!

Isaías, a salvo fuera de su local, llamó a su mujer, Leopolda, que no vendría sola.

De hecho, al ver aparecer por las ventanas a la esposa del dueño y sus cuatro hermanas, los miembros de la audaz asociación sintieron menguar el ardor combativo en sus pechos: dos de las hermanas eran ex esposas de cinco de los conquistadores de la tasca y actuales de otros dos, ya por lo civil.

El primer golpe en las podridas puertas del antro se propinó con una maza clásica de amasar pestiños. Sonó como el ariete que busca asolar un castillo medieval y cortó en seco la borrachera a varios miembros fundadores de “la Pella”.

-¡Fulgen, como que cuanti te trinque te va a tragá el peluquín y las ligas de mi mare que llevas puestas, cara abstracta!

-Es la Teodosia, la que me divorció en verano porque se creía que yo andaba aposta pa los lados por esquivarla: lotrodía conseguí salir despacito por la puerta, cuando su propósito era que bajara por la ventana a mucha más velocidad, -dijo el Fulgen desde detrás de la barra, el punto más lejano a la puerta de la tasca.

El grupo al completo se iba metiendo por completo detrás del mostrador según se oían las amenazas desde la calle.

-Venga, venirse a las buenas y abrir, que todavía no hemos cargado las mangas de hacer churros de zotal con biclorosidenol; aún tenéis una oportunidad, -añadió Teodosia, mientras distribuía sus fuerzas por las ventanas laterales.

El grupo de La Pella Fija estaba atónito. Nunca pensó en refuerzos de este calibre. De uno en uno, negociando con las ratas descendientes de las expulsadas, fueron escapando sin ruido por la boca redonda de las alcantarillas del patio trasero del bareto. Los más atrevidos lanzaron aperitivos pasados de fecha para cubrir a los que se retiraban.

Al cuarto envite sobre la puerta carcomida, el grupo de cuñadas entró como una tromba de agua ciclónica derrumbando la mesa y demás mobiliario de la tasquilla, para encontrar el más absoluto y desolador de los silencios. Y el vacío que colmó una batalla ganada sin el menor derramamiento de coscorrones previsto. Ni el más mínimo “tira pa casa, zascandil” o al menos “te vas a enterar, José Augusto, que mañana viene mi madre”.

A su espalda, de nuevo agrupados en la acera de enfrente, el conjunto social completo de la Pella Fija se organizaba para entrar en la Farmacia de Ignacio Lorensino y seguir formándola allí, a base de unas rondas de esos jarabes para la tos que te suben la alegría en un par de frascos, conseguidos en varias tandas de recetas con cargo a la tarjeta sanitaria de un jubilado.

-Esta la pago yio, shiquillos de misentrañas, -decía más de uno subido en lo alto de la báscula de la farmacia.

Al hacer explosión un frasco de alcohol, la turba conquistadora de la tasca no se dispersó. Antes al contrario, volvieron sobre sus pasos y divisaron la juerga en la botica.

Ninguno las vio venir, en silencio, arremangándose y sacando las minirrimels de sus fundas.

jueves, 5 de mayo de 2011

LA BARCA

¿A dónde vas tan ligero,
barquito cruzando el mar,
con las velas desplegadas
y con prisa por llegar?
Es verdad que tengo prisa,
que, al llegar a la otra orilla,
me espera con ilusión
una preciosa barquilla.