Busqué su mano en la penumbra
para ver si mi hombro acariciaba,
mas sólo me encontré con el vacío
y su mano no estaba.
Creí sentir su aliento
que cálido y suave,
mi cuello acariciaba,
y comprobé triste y apenada
que su aliento
a mi cuello no llegaba.
Me parecío escuchar
su dulce voz que me llamaba,
más, cuando amaneció,
vi que soñaba.