martes, 22 de febrero de 2011

Y FUERON FELICES Y...

Cuando despertó la bella durmiente con el primer beso de amor, al ver la cara de su enamorado, decidió presionar, de nuevo, su dedo sobre el huso de la rueca. Tal realidad no era de su agrado.

Hoy día sigue despejando la leyenda errónea que la persigue, y va siempre a sus ruedas de prensa, de la mano de una joven con bucles tan brillantes como los suyos, aunque de un precioso tono cobrizo; los mismos que rozaron su cara, al despertar por segunda vez, del letargo de varios siglos. Nunca esperar le había merecido tanto la pena.