jueves, 19 de septiembre de 2013

Notas (1).


Notas en Re.


Rebaño.
Como un bloque, en silencio, sin una sola opinión individual en contra, la población de Pellehosek, en noviembre de 1991 se dio un segundo lavado después del de marzo, el que SÍ le tocaba. Por otro lado, todos mojaron pan en la salsa del guiso.

Recorrido.
Geselmerk Adodeabast, uno de los más antiguos habitantes de Pellehosek, dijo tener un segundo orgasmo, también en el infausto año de 1991. Pidió disculpas por el embuste y tan amigos. Después, sin que se lo pidiera nadie, cantó de nuevo una típica canción mejicana en el karaoke.

Remachado.
El más varonil de los habitantes de Pellehosek fue capaz de repetir dos veces sin equivocarse los mejores poemas de uno de los grandes de la española generación del 98.

Rematado.
El ataúd de Adropingo Leada, una vez enterrado en el cementerio de Pellehosek, debio ser exhumado para clavar mucho mejor los clavos de la parte de arriba. A Adropingo, que protestó por la molestia, le pegaron otros quince tiros.

Remolido.
Un granjero de Pellehosek, Altamir Atúpordond, tomó una segunda taza de café de un grano “demasiado fino” tras pasar por segunda vez por el molinillo y acabó cansado del todo. Por supuesto, esto sucedió en 1991.

Revelado.
Tras observar el revelado de una antigua foto del alcalde de Pellehosek, Mornak Tarina, ésta reveló que en 1991 el mandatario sisó dinero público para dos velas de su barco y dos velos ligeros para la cara de su mujer, mientras el pueblo estaba a dos velas.

Reverdecer.
El viejo verde Augusto Ledano, patriarca de Pellehosek, decía cada año cosas más picaronas al pasar las muchachas por delante de su puerta, renovándose. En el año 1991, una mujer lo puso verde en dos ocasiones.

Revista.
En el teatro de Pellehosek, si no había función musical con muslos de vedettes, se leían en el ambigú las vidas de las vedettes una y otra vez, a color.