martes, 23 de septiembre de 2014

saludar

Hola,  amigos; ayer hice la prueba para ver si conseguía que os llegara y ahora quiero comprobarlo. Un abrazo para todos. Paquita.

Rescate.


            Rogelio Brown, recogiendo como podía sus harapos, se tapaba con su abrigo mugriento y salía con dificultad del cubo de la basura del restaurante Fibras, donde encontraba –en general por las noches- suficientes restos de comida para, al menos, la cena y el almuerzo del día siguiente.
            Una vez envueltos los desperdicios que podía acarrear consigo, pasaba por delante de la puerta principal del restaurante, saludaba a la cúpula directiva del Banco Mundial de Inversiones y les dejaba con disimulo una lista detallada de los valores más fiables, obtenida de las papeleras de Wall Street, la cual, al día siguiente, elevaría un tres por ciento, quizá más, sus dividendos; y de esas ganancias, como consecuencia inmediata, aumentaría la verdura –pocas veces carne o pescado- tirada, disponible para Rogelio en los bidones.
            Los había visto llorar como niños, sabía lo que habían sufrido con las órdenes de venta. De hecho, al más viejo, le había visto llevar la misma camisa dos veces en el mismo mes.

            Rogelio, que comprendió la coyuntura, se sacrificó dejando de comer su basura durante gran parte de la crisis. Por ello ofrecía esa información de primera mano, para que los más altos gestores del banco, esos grandes damnificados por la tormenta financiera, volvieran a poder tener un porsche rojo cada uno. Qué menos, se decía contento.