martes, 20 de octubre de 2009

AGILIDAD.

El día catorce de septiembre de 2009, a las doce y media de la mañana, John Mapplestore, cuarenta y ocho años, pelo rizado y negro, tez blanca, unos ochenta kilos, metro setenta, entró rompiendo la puerta del establecimiento de la calle Michigan esquina Melbourne cargado de una escopeta.

-¡Esto es un atraco!, -gritó.

Los presentes no hicieron preguntas. Se deshicieron de sus carteras y billeteras y las pusieron en una bolsa.

Antes de salir sin un centavo del local, sólo Albert Placer, cincuenta años, pelo cano, rostro lleno de viruelas, metro setenta y cinco y ochenta y ocho kilos, fue capaz de hablar mirando hacia el atracador:

-Cuando decíamos que tus precios eran un atraco no lo decíamos en serio, John. Al menos, podrías dejar que nos lleváramos la compra.

-Tienes razón, Al, -respondió John mientras se anudaba el delantal-. Coge las bolsas y repártelas. Yo sólo trataba de que la cola para cobrar fuera más deprisa.