jueves, 3 de marzo de 2011

INSPECTOR NILLO. Recurso.

A las buenas:

Permitidme introducir aquí un pequeño capítulo de las andanzas del inspector Néstor Nillo, un personaje habitual del blog Cuensías, pero que por su brevedad he invitado al nuestro.


Néstor Nillo caminó con la firmeza y la elegancia de un emperador japonés, solo y sin mirar atrás, para cumplir con su baño completo mensual. Sabía usar los grifos y así se lo demostró a su mujer, que apoyada en el quicio de la puerta del baño cortaba toda opción de volverse atrás, huir o no mojarse en este asunto.

No había alternativa aparente, pensó la mujer, tranquila pero sin bajar la guardia. Una vez puesto el tapón y comenzado a subir el vapor de agua, Nillo echó a nadar a su patito de goma, Ebelio, compañero de tantas aventuras desde pequeño. Con la mayor dignidad posible, levantó el pie izquierdo para entrar en la bañera y cuando todo parecía decidido, sonó el teléfono.

Lo cogió su mujer en el salón.

-No está disponible, -dijo ella al levantar el auricular sin oír nada, y cuando volvió al cuarto de baño encontró a Ebelio flotando en un agua ya inmóvil, sin la menor señal de ondas provocadas por la catarata del grifo: Nillo había cerrado el monomando y huido por la ventana. Una vez más.

Por la calle, ajustándose la corbata sobre una camisa aún sin abotonar, el inspector Néstor Nillo se entretenía pulsando el pequeño artilugio, regalo de cumpleaños de sus compañeros de trabajo, que hacía que los comerciantes situados en los bajos de los edificios por cuya acera iba pasando se levantaran a coger el teléfono sin que nadie, al otro lado, pronunciara palabra alguna.