martes, 16 de febrero de 2010

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XXII).

Batalla por la herencia.

En medio del país Vasco, en la aldea cuadrada de Paralelogoitia, la familia y allegados del finado Joseba Arengorri Arañalaencía se juntan a repartirse sus bienes. De sus males no quieren saber nada.

Arbitra el notario Sr Palanganuren, del colegio oficial de Álava, que alaba como doña Alba lava la baba de su nieta preferida y única, Aloa, que se cree que se va a ir a su casa de Murcia rica para toda la vida.

Se echa la moneda al aire y empieza faltando el respeto un representante de la familia del extinto, el hermano Patxi:

-¿Que si nos acordamos o qué de la miseria ultrajosa que traías tú como estandarte de tu gente endeantes del casorio?; concluyo en resulta por si no oyes bien: que todo es nuestro y nos debéis un pico, hatajo de mierdoseros. Y que hemos venido de buenas, sin las hachas.

Manda suavizar el notario y da el turno a la viuda, Aranzazu Sastreapañatelas, que se echa hacia delante con las manos en jarras y música de alicates:

-No me parece bien que el bozal te lo cuelgues de los cuernos, cuñado por decir algo. Te recuerdo que a base de trabajo mío y de mi hija la fea y única aquí presente esta hacienda se ha venido arriba. No como tu triquitraque, según cuentan. Así que si trincas un euro que sea por aparcar los coches, porque conducirlos ni lo sueñes.

Pausa para el bocadillo.

El notario, viéndolas venir, manda a su oficial y pasante, Daniel Curropantorri, a por tres sombreros de copa y dos pistolas del siglo XIX: Si van a pegarse tiros, al menos que fallen seguro, piensa. Después de un follón así, la gente se viene un poco abajo. Como el triquitraque de alguno, según cuentan.

Se acepta el duelo por ambos bandos.

La hija, la madre y la abuela materna en un lado, escogen primero. Será la abuela quien dispare.

Por el lado opuesto, el cuñado charlatán y antieréctil toma el trabuco en forma de revólver.

Disparan en el momento señalado por el padrino y las dos balas se quedan incrustadas en los pies del notario, después de atravesarle los zapatos.

Se denuncian los hechos, se firman cosas, se sacan fotocopias y en el verano siguiente la familia al completo es contratada a jornal para la recogida del fruto del mondongo tempranero, con contrato a destajo en la finca Arañalaencía, ahora propiedad del notario tras ganar el juicio por atentado de la familia en el cumplimiento de su deber.