viernes, 26 de febrero de 2010

ANDA SUELTO SATANÁS

Las paredes de la habitación comenzaron a acercarse tanto unas a otras, que sintió como le faltaba el aire. Debía estar soñando, no podía ser real. Satanás andaba suelto de nuevo, pensó mientras iba y venía, de aquí para allá, buscando entre montones de ropas esparcidas sin ningún orden. Sujetadores y braguitas le sonresían a su paso, ¿o más bien se burlaban de su estampa?. No podía ser. Miró su reloj de pulsera y las dos agujas en linea se clavaron en sus pulilas como dagas. "¡Dios mío, las seis y no encuentro mi sotana!". Buscó y buscó. Su frente comenzó a emanar todo su miedo, toda su vergüenza.
A su espalda, los goznes a medio engrasar delataron la presencia de otra persona. Se giró, y allí estaba Rebeca enfundada en su sotana. Toda la ira salió por su boca. La chica se dejó caer en el quicio y le sonrió burlonamente, como solo ella sabía hacerlo. "Pero mujer, ¿qué haces con eso puesto?" le gritó mientras sus brazos se batían en el aire enrarecido y cargado del pequeño habitáculo."Nada padre, que al Matías le ponen los uniformes", contestó la muchacha mientras no dejaba de sonreirle. "¡Quítatelo!". Ella acostumbrada a hacer realidad todos los deseos, se levantó la sotana lentamente dejando al descubierto todos sus encantos, que eran muchos y muy variados, como la pequeña mariposilla que ocultaba la cicatriz cercana a su ingle, o el lunar en forma de rosa que coqueteaba con sus senos, allí en el valle que los separaba.
El hombre miró sin querer mirar, pero vio todo cuanto había que ver. Fue entonces cuando sintió que de nuevo Satanás elevaba sus armas hacia el cielo. Cerró los ojos y suspiró, "la carne es débil"



Hay que reciclar...No debemos mezclar los residuos...Amarillo:plásticos y latas; verde:cristal... Hay que reciclar...Aquí os dejo una muestra de cómo los organismos públicos intentan hacernos más solidarios con el planeta, y a la misma vez nos alegran la vista. No me digáis que no son geniales este contenedor de vidrio y este autobús ecológico. Ya lo único que hace falta, para hacer realidad el sueño es que recojan los contenedores antes de que se conviertan en minivertederos a pies de casa y que los buses, lleguen a su hora.Bueno, todo se andará. Mientras tanto, ¿a que son pocholinos?

jueves, 25 de febrero de 2010

NUESTRO CONVIVIR


¡Qué sucio ha quedado el suelo tras la batalla del día de hoy! Me siento pegada al mismo como si quisiera que de algún modo le perteneciera a él. Le doy mil historias vividas; es cómplice de mis secretos, de las escenas de las cuales me sustento; de los renglones y renglones que le dejo caer arrugados, inservibles.

A veces, hasta llega a percibir alguna gota de aguacero de mis ojos. Otras veces aplasto contra él toda mi rabia, todas mis esperas vacías, estériles. Otras, salto y salto de alegría encima de las baldosas que lo revisten. Le otorgo el papel de vigilante, de guardaespaldas, de centinela, de confesor… de tantas cosas.



¡Qué sucio he quedado tras la batalla del día de hoy! Tengo, por un lado y otro, restos de champán, tarta y unos ligueros que ya han perdido todo su sentido.

La siento pegada a mí, y desearía que me perteneciera de algún modo. Ella me da mil historias vividas, para que yo también las viva, para que me convierta en cómplice de sus secretos, de las escenas de las cuales se sustenta su vida, su existencia, tan desigual, tan desequilibrada; para que sea cómplice también de los renglones y renglones que me deja caer arrugados, inservibles.

¿No se da cuenta de que por mucho que escriba de mil maneras distintas lo que desea, eso no sucederá? Él no vendrá hoy, ni mañana, ni pasado mañana…

A veces llego a percibir alguna gota de aguacero de sus ojos, precioso espejo en el que me miro. Algunas noches, aplasta contra mí toda su rabia, todas sus esperas, sus horas vacías, estériles. Otras, salta y salta de alegría encima de las baldosas que me revisten. Me llena de vida propia; disfruto y lloro con ella. Me otorga el papel de acompañante, de centinela, de confesor… de tantas cosas. Y con eso me conformo.

Aunque no pueda tenerla de otro modo, sueño con el momento en que se extienda sobre mí. Adoro su calor. Aunque en ese mismo instante, alguien, el primero que en algo le recuerde a quien tanto anhela, la cubra con su cuerpo, yo también cubriré su espalda con mi abrazo de frío mármol, para calmar el aniquilante fuego abrasador de sus horas bajas.

martes, 23 de febrero de 2010

CINE DE AUTOR.

Amigos,

Este homenaje a una vida dedicada al cine, que me otorgáis porque los demás no han venido, os lo agradezco muchísimo. Paso sin más a resumiros mi carrera.

Aunque el día de la boda de mis padres decidí estrangular a mi socio y actor principal, Mathías Moderne, no llegué a terminar con su vida por lo tarde que era. Fue allá por los años setenta, en plena moda del cine de autor. Lo hice para mejorar su dicción, pues en los diálogos largos, donde tenía que pronunciar palabras en alemán, tales como pingajoparia o tragaespatulen, se le entendía mal y, por mucho subtítulo en castellano que añadiera, jamás logré que mis películas protagonizadas por él consiguieran un segundo pase después del estreno para la prensa.

Cuando se me pasó la moda del arte y ensayo e hice desaparecer el sonido de mis obras, él mismo se encargó de suicidarse. Lo hizo el día de su boda, de modo lento y cruel, visionando mi filmografía completa: murió antes de la proyección del segundo rollo de la primera película, que por cierto él no había visto antes.

Mañana, cuando en mi turno termine de recoger la basura que habéis tirado en la fiesta, colocaré esta estatua en su tumba, por dentro, junto a un cactus que le puso su mujer con la que me fugué el día de su boda.

lunes, 22 de febrero de 2010

Y DE NUEVO...MARIPOSAS


Has venido a visitarme esta tarde, contenta, con la serenidad reflejada en el rostro y me has dicho que os habéis encontrado de nuevo, que ha sido genial. Yo te escucho con una sonrisa dibujada en los labios; me encanta verte así.

Tú, sin pudor alguno(no sé por qué conmigo pierdes el pudor de esa forma tan desconsiderada, tan hiriente) empiezas a contarme cómo Mario te sentó sobre sus piernas de una forma un tanto brusca, a la vez que os besabais con un hambre voraz, fruto quizá del tiempo que pasó sin veros. Que impaciente por disfrutarte entera, agarró con sus dientes tu jersey, desde abajo, y lo subió, así, con la boca hasta tu cuello, bajando al instante, mordiendo tu carne erizada, sorbiendo tus pezones, que al contacto con sus labios, con su saliva, cobraban cada vez más protagonismo en tu cuerpo.

Siento envidia; Mario tiene un físico al que no me podría resistir; sólo de pensarlo me estremezco. Me dices que produce el mismo efecto en ti; que encima de él, con sus manos apoyadas en cada una de tus caderas, con su cara enterrada entre tus pechos, lamiendo el camino que los divide, una y otra vez, preparando el terreno donde más tarde sabes que bailará con su miembro en plenitud; me confiesas que en esta situación no te importa nada, que estás dispuesta a todo.

Describes con dulzura cómo tus dedos se entremezclan con sus cabellos, que los amarran como si se adueñaran de ellos. Que tus manos abiertas recorren su cabeza y su espalda de arriba abajo; que besas su rostro deteniéndote en la línea que lo bordea, que lo enmarca y que tu boca perfila de un extremo a otro.

Oyéndote todo esto no esperarás que me quede como si fuese un mueble; tengo también entrañas, ¿sabes? Y tengo, además, una facilidad enorme para imaginarme en cualquier momento y lugar, y lo juro, te envidio enormemente. Siento mariposas revolotear en mi interior. Te hace feliz contarme esto y es cierto que me gusta verte así. Lo que ocurre, Silvia… bueno, mejor sigo relatando tu encuentro:

Mario termina de quitarte el jersey, baja la cremallera de tu falda, que queda a un lado. Mete sus manos por dentro de tus bragas y abarca ampliamente tus glúteos firmes, prietos. Los agarra fuertemente. Los movimientos de su lengua jugando con la tuya, no interfieren en sus manos, que ágiles lo controlan todo. Sube tu falda también hacia arriba, hasta sacarla por los brazos. Ahora te contempla encima de su cuerpo, desnuda, sólo te quedan las bragas. Te sonríe, intenta quitártelas pero no quiere renunciar a tenerte encima ni un solo instante y por un extremo las desgarra, quedando a un lado, donde ya no estorban. Te toca; toca tu vientre, juega con el vello acaracolado, echa hacia atrás tu tronco y tus piernas las atrae hacia sí, hasta quedar tu sexo justo delante de su boca. ¡Estoy a punto de decirte que por favor pares, que no sigas detallándome todo lo vivido, que no lo resisto!, pero no lo hago.

Mario sabe acariciar con su lengua como nadie; es un juego de labios, dientes, boca completa y acoplada entre tus piernas, absorbente y dispuesta a hacer estallar tu vientre como nadie lo haría. Te comenta lo mojada que estás y eso te vuelve aún más vulnerable.

De nuevo te pones encima, y comienza un baile con un ritmo bien acompasado. Me dices que lo sientes tan, tan adentro, que para ti es lo máximo y te aseguro que lo entiendo.

Instantes después os dais la vuelta y Mario queda encima de ti; confiesas que sentirte abatida te enloquece. Lo abrazas con tus piernas, mientras sigue el baile; baile que acabáis en medio de tus pechos, donde se derrama y cae vencido.

Él sabe tocarte, nada hay que advertir. Introduce en ti sus dedos y con su lengua acaricia el resto y todo lo abarca. No necesitas más que unos segundos y por fin tu vientre estalla.

Ahora que tu exposición de los hechos acaba, te diría, pero no me atrevo, que Mario vino a visitarme esta mañana con esa misma expresión tuya de felicidad en el rostro, y las mariposas que en mí revolotean, no saben si lo hacen por pensar en qué brazos sería yo más feliz: si en los de Mario…, o en los tuyos.

Presiento que nunca lo sabré, pero adivino que seguiré disfrutando del vértigo que me producen sus revoloteos.


domingo, 21 de febrero de 2010

UN PAR DE COPLILLAS ANTIGUAS

Cuando los días de fiesta baja al pueblo,
la plaza se halla llena de pastores,
por allí va la reina del cortijo,
coronarla de pámpanos y flores.

Qué pastora más divina sí,
dice el cura leyendo el misal
y contesta el monaguillo:
"Padre, que en el libro esa
pastora no está".
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OTRA COPLILLA

El de la gorra de cuadros
si no lo sangran se muere
porque le ha dicho la novia
tres veces que no lo quiere


Cuatro esquinas tiene un puente, Manuel
y cuatro la corredera, Manuel
y cuatro tiene la cama, Manuel
donde duerme mi morena.
Hay que quererla Manuel,
hay que quererla Manuel,
con ilusión, faraón.


Así contrarresto lo último que escribí,
que era algo triste.

SOLUCIÓN.

Quedaron en entrar a la sala del cine por puertas distintas una vez oscurecido.

Pidiendo permiso, ella se sentó en el único hueco que había libre de la fila.

Antes de poner manos a la obra, se apagaron todas las luces y la oscuridad se hizo total. Aterrada, pues no podía preguntar, pensó que no sabía si él estaría a su izquierda o a su derecha. Acababa de conocerlo.

Decidió resolver la situación echando mano a las dos cremalleras.

De ninguno de los ocupantes salió ninguna señal de protesta y se dieron dos finales felices con un mínimo de efectos secundarios e invisibles. Además, sin ruido.

Antes de comenzar la proyección, se encendió la pantalla y se emitieron algunos luminosos anuncios de publicidad, en concreto de una bebida refrescante, justo la que sostenía él en sus manos llamándola desde su asiento correcto.

sábado, 20 de febrero de 2010

PROVERBIOS (1).

Proverbios.

Tanta lluvia, en Sevilla, me escama. De las branquias ya hablaremos”.

(Primeros proverbios anfibios hispalenses: siglo XXI.)

Más vale el dinero en mano que un vale”.

(Del Libro “Comprando con ojo”, de Walter Malgín)

Si una sopa de letras no te sabe a nada, eres un analfabeto gastronómico”.

(Srta Paqui Tadel Medio, maestra de Singapur).

En el metro, tomo medidas sin metro”.

(De sastre catalán anónimo y satirón).

Si debes, nada de pelanduscas”.

(Joan Ticipo, asesor financiero moral).

“¿Pero qué está haciendo Hacienda con mi hacienda?”

(Ignacio Rafael Pérez Fernández, el I.R.P.F.).

Si de noche lloras por porno ver, para para abrir los ojos y no liarte con mi tía, que ha venido a vernos”.

(Popular de ayer mismo en c/Marchena, bloque 2, ptal 6).

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XXIII).

Batalla de la Asociación de Vecinos c/ Cuatrobolas 14.

-Buenas a ustedes: Se abre la sesión de tarde en novena convocatoria para dar el orden del día… -declama con voz cantarina el presidente vitalicio de turno, don Fermín Balabastro, vecino del 1º C.

-…Yo siempre lo he dicho: El orden es madrugada, mañana, tarde y noche, chaval, -irrumpe Clotilde Valentina Cejudo, octogenaria dueña de los bajos A, B y C con oferta de compra al bajo D, al que bajo D todo lo que pueda. Después se sienta a contar cucarachas.

-Yo también he dicho, desde que llegué para malvivir a este edificio en 1977, que alguien le maje a usted a golpes de gong birmano, señora, pero tampoco nadie se da por enterado, -salta, mirando a la vieja, Hipólito Brown, un alquilado del bajo D cuyo dueño recalcitrante no vende a pesar de las miserables ofertas de doña Clotilde.

-A calmarse, amigos míos, a serenarse, que aquí estamos cuatro días, dos lloviendo y el resto en reuniones de comunidad, -interviene el presidente, suspirando por Anita Gómez, su mito erótico desde que se divorciaron en 1992, una semana después de la boda, cuando Anita se alejó de su ex y se instaló en el 1º D con dos mulatos. Allí siguen los tres.

-Aquí el que no corre vuela, -dice al viento Anita Gómez, sin dejar de ser arropada de modo continuo por cuatro brazos hercúleos, mientras sus dueños susurran a sus oídos en estéreo que en cuanto termine la reunión se la van a comer sin pausa ni prisa. Como resultado, escalofríos en Anita y llantina en el presidente. Como siempre.

Una vez superada la congoja y el añugo o ahogo gargantero, el presidente se rehace y como un verdadero profesional pasa a citar los puntos a tratar en la reunión:

-El 1: Lanzamiento masivo de bolsas de basura desde los pisos altos, en lugar de usar los huecos de los ascensores, que no están llenos ni muchísimo menos. Se ha llegado al abuso y en los patios hace tiempo que buscamos al cartero desaparecido desde junio…

-Qué lánguido, hijo de mi alma, qué lánguido por faaavooooor, –interrumpe la ex, haciendo como que se zafa zalamera del doble abrazo de las cuatro manos. Lo dice de pie, para jugar a ser lentamente engullida por una selva de árboles de carne.

-Menuda putángana malosa está hecha usted, ex señora del 1º C, -suelta un hasta el momento callado Jacobo Quete, dueño indiscutible del 2º A. Nadie se lo esperaba, tan recién llegado él.

Como un resorte, los dos amantes testosterónicos saltan a defender a su idolatrada, pero como un resorte aun más rápido dos sartenes de doña Clotilde aparecen en sus respectivos rostros haciendo “¡blaannnnggg!” al unísono e invitándoles a caer sobre los sendos hombros de Anita, que se queda boquiabierta y un tanto muerta de miedo. Jacobo recoge agradecido las sartenes y pide la palabra. Esta vez se la concede radiante don Fermín, viéndose por fin defendido en una reunión.

-Pues eso, que menuda putángana está usted hecha, -insiste Jacobo.- Es que quería que constase en acta.

Y dirigiéndose al presidente, lo agarra por la cintura y en medio del garaje donde se celebra la reunión se lo trae para sí y le endosa en los morros un muerdo de minuto y medio. Hay quien propone traer una bombona de oxígeno.

-Se acabó tu padecer, pichón, -le dice quedón.

Un aplauso unánime y un acta firmada por todos los vecinos, incluidos los mastuerzos ya despiertos, en la que se aprueba no se sabe qué y se levanta la sesión.

Jacobo ofrece su piso a Clotilde a buen precio. Ya la llamará. A él le da que se muda al 1º C.

jueves, 18 de febrero de 2010

¡MALDITO LUCIFER! ¡MALDITO SATANÁS!

¡Maldito Lucifer!¡Maldito Satanás y toda su corte de aduladores!
Con la última de las sílabas, se llevó las manos a la cara. Se sentía avergonzado, hundido. ¿Cómo había podido llegar hasta allí?, ¿cómo había podido dejarse arrastrar por encajes y satenes? ¿Cómo aquellas maldiciones? No se reconocía en aquella voz elevada y confusa, en aquellas palabras groseras, en aquellos gestos desvergonzados.
Ahora él también pertenecía a los poseídos por el Ángel Caído, a aquellos que rendían pleitesía al mayor de los desgraciados y desagradecidos de los Ángeles del Cielo. Dejó caer sus manos y frente a sus ojos la imagen de su vergüenza. Se levantó despacio de la cama; junto al sillón, recargado y obsoleto, el liguero morado que unos minutos antes había arrancado a mordiscos de los muslos de Rebeca. Y en un rincón, casi oculto a una primera mirada, la fusta de cuero negro.
Se arrodilló. Cerró de nuevo los ojos y se dejó caer sobre la alfombra roja cuajada de pétalos azules. Reptó por ella hasta sentir entre sus manos el tacto de aquel látigo maldito. Sus carnes rosadas, comenzaron a gemir cuando sintieron el beso envenenado del cuero.
Uno, dos, tres... se golpeaba sin compasión. En su mano izquierda el liguero juguetón amortiguaba ahora sus gritos. Tras sus ojos cerrados, lentamente comenzaron a aparecer los senos de Rebeca, la boca de Lulú y las insinuantes caderas de Jasmín.
¡Maldito Lucifer! ¡Maldito Satanás!, gritó de nuevo mientras dejaba el liguero sobre el sillón y buscaba su sotana entre encajes y satenes.

miércoles, 17 de febrero de 2010

DURO CAMINAR

Caminando despacio
la han visto por el campo,
deambulando entre olivos
pinares y ribazos.
Andando por cañadas
por lomas y collados
va, como si buscara
algo muy apreciado.
Hay quien la mira y pasa,
otros le han preguntado.
Ella triste responde
vengo por estos campos
por ver si en ellos puedo
encontrar a mi amado,
que se marchó una noche
y aun no ha regresado.
No busques más, le dicen
regresa a tu poblado,
a quien tú buscas vimos
caminando despacio
una noche de luna
pero iba acompañado;
una dama de negro
le tiraba del brazo,
lo sujetaba fuerte,
y no quiso soltarlo.
Márchate le aconsejan
y no sigas buscando.
Y se volvió muy triste,
lentamente va andando
y mientras que en silencio
regresa muy despacio,
va pensando en la dama
de la cual le han hablado:
ella es causa y motivo
de su pena y quebranto.
Detiene pues la marcha
y se queda mirando
al lejano horizonte
que el sol ya va ocultando,
absorta lo contempla
mientras va murmurando.
Pienso que la traidora,
ya que me lo ha quitado,
a los prados celestes
seguro lo ha llevado,
donde disfrutar pueda
de los divinos campos,
recogiendo cosechas
que antes hubo sembrado
y frutos celestiales
en surcos bien labrados.
Me consuela la idea
que se hallará sentado
al lado de los justos,
con ellos disfrutando
de divinas promesas,
así vuelve pensando.
Con estas reflexiones
continúa caminando
lentamente, sin prisa,
ya sabe que su amado
al llegar a su casa,
no la estará esperando.

martes, 16 de febrero de 2010

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XXII).

Batalla por la herencia.

En medio del país Vasco, en la aldea cuadrada de Paralelogoitia, la familia y allegados del finado Joseba Arengorri Arañalaencía se juntan a repartirse sus bienes. De sus males no quieren saber nada.

Arbitra el notario Sr Palanganuren, del colegio oficial de Álava, que alaba como doña Alba lava la baba de su nieta preferida y única, Aloa, que se cree que se va a ir a su casa de Murcia rica para toda la vida.

Se echa la moneda al aire y empieza faltando el respeto un representante de la familia del extinto, el hermano Patxi:

-¿Que si nos acordamos o qué de la miseria ultrajosa que traías tú como estandarte de tu gente endeantes del casorio?; concluyo en resulta por si no oyes bien: que todo es nuestro y nos debéis un pico, hatajo de mierdoseros. Y que hemos venido de buenas, sin las hachas.

Manda suavizar el notario y da el turno a la viuda, Aranzazu Sastreapañatelas, que se echa hacia delante con las manos en jarras y música de alicates:

-No me parece bien que el bozal te lo cuelgues de los cuernos, cuñado por decir algo. Te recuerdo que a base de trabajo mío y de mi hija la fea y única aquí presente esta hacienda se ha venido arriba. No como tu triquitraque, según cuentan. Así que si trincas un euro que sea por aparcar los coches, porque conducirlos ni lo sueñes.

Pausa para el bocadillo.

El notario, viéndolas venir, manda a su oficial y pasante, Daniel Curropantorri, a por tres sombreros de copa y dos pistolas del siglo XIX: Si van a pegarse tiros, al menos que fallen seguro, piensa. Después de un follón así, la gente se viene un poco abajo. Como el triquitraque de alguno, según cuentan.

Se acepta el duelo por ambos bandos.

La hija, la madre y la abuela materna en un lado, escogen primero. Será la abuela quien dispare.

Por el lado opuesto, el cuñado charlatán y antieréctil toma el trabuco en forma de revólver.

Disparan en el momento señalado por el padrino y las dos balas se quedan incrustadas en los pies del notario, después de atravesarle los zapatos.

Se denuncian los hechos, se firman cosas, se sacan fotocopias y en el verano siguiente la familia al completo es contratada a jornal para la recogida del fruto del mondongo tempranero, con contrato a destajo en la finca Arañalaencía, ahora propiedad del notario tras ganar el juicio por atentado de la familia en el cumplimiento de su deber.

lunes, 15 de febrero de 2010

Cuentos paralelos (3)

-¡Abuelo, abuelo! ¡He encontrado tu dentadura bajo mi almohada! ¡y un euro!
-¿Allí la puse cuando te leí el cuento? Desde luego que ya está uno fatal, –murmuró.
-Abuelito, cuéntame otra vez cómo se te cayó la dentadura de plastilina en el escote de doña Carmen ¡porfa, porfa…! Y cómo ella pensó que era un trozo de techo!...
El abuelito, de nuevo comenzó su historia, que acabó con la risa a carcajadas de ambos.
-Y ahora Luisito, dime la verdad ¿De dónde has sacado la moneda de oro que has puesto bajo mi almohada?
-¿…?

Cuentos bajo la almohada (3)

Tras rodar varias veces con su trofeo a cuestas, el pobre ratoncito alcanzó de nuevo la almohada. Ideó un complejo sistema de poleas que cuando tenía casi listo había de desmontarlo porque llegaba el nuevo día. Además el abuelo se levantaba varias veces en la noche al cuarto de baño y paralizaba su acción.
Pero aquella noche había sido especial. Sin interrupciones. Levantó despacito la almohada y cuando iba a soltar la dentadura… encontró... ¡un diente de leche!

Haiku

En los acordes
de tus gastadas cuerdas
yace mi sueño

Haiku

Deja que duerma
entre tus quiebros de agua
acurrucada

domingo, 14 de febrero de 2010

Tu nombre

No me gustan los bolígrafos,
al segundo su tinta se seca
y lo escrito queda para siempre.

No importa cuánto pases los dedos por encima de las palabras,
se quedan ahí.

Recuerdo la parte gris de las gomas de borrar
que usaba para eliminar ese trazo
en los años de escuela.
Rascaban el folio
y le dejaban una herida.
Pero era la única manera de poder volver a empezar
aunque fuera sobre una superficie
extremadamente frágil y latente.

Ahora entiendo
por qué y para qué
tengo esta marca en la parte izquierda de mi pecho.

viernes, 12 de febrero de 2010

CONVERSIÓN.

-No te detengas por el camino, -le dijo su mujer-. Y debes darte prisa.

Alfido Bodegas fue al banco a comprar dinero fresco, según le encargó ella.

-El cajero sabe lo que tiene que hacer, -le silabeó entregándole una bolsa vacía.

Se llevó su talonario sin estrenar y pudo disponer del abono de su préstamo sin siquiera una comisión de apertura que lo mancillara.

Pero, al volver, no tomó el camino que le indicó su mujer y se paró a charlar con los amigos. Se entretuvo primero tomando un refresco y más tarde, envalentonado, se fue al río donde se pasó la tarde pescando.

Al llegar a casa se sentía enormemente cansado. Antes de entrar, abrió la bolsa y pudo ver cómo lo que él suponía billetes sin estrenar se habían convertido en monedas sucias y antiguas: el contenido de la bolsa se había podrido por su culpa, pensó.

Incapaz de presentarse ante su mujer, lanzó la bolsa contra la puerta de su casa, pidió a un amigo que le comprara un billete de avión y se fue a vivir a otro país.

-Con el préstamo a su nombre hemos tapado tu desfalco, nos hemos librado de él y tenemos las monedas de oro antiguo. No está mal, -dijo aquella noche la mujer al cajero, mientras éste abría una botella de vino.

jueves, 11 de febrero de 2010

Cuentos paralelos (2)

Cuando regresó de desayunar su pan migadito con el café, ya era un hombre nuevo. Su ración de pastillas había hecho efecto y se dirigió de nuevo a su cuarto para continuar con la búsqueda de su dentadura. Buscó y rebuscó por la cama, bajo la almohada…-¿Qué hará aquí un euro? Se preguntó. Lo guardó en el bolsillo y continuó buscando sin cesar hasta que una llamada al teléfono lo interrumpió.
Ahora debía darse prisa porque su amiga lo esperaba para sus clases de baile. San Valentín se aproximaba y ellos se habían apuntado al concurso que organizaba el centro de día. Pero… no podía presentarse así. Solución de emergencia: ¡Plastilina!

Cuentos bajo la almohada (2)

…Al pobre ratoncito le costó lo suyo llevar su enorme trofeo hasta el castillo de los dientes. Iba él muy orgulloso pensando en ser felicitado por su hazaña cuando una monumental bronca por parte de su superior, el guardián de las buenas maneras, lo devolvió a la realidad. ¡Aquella dentadura no estaba bajo la almohada para él! ¡Qué mal se sintió el pobre cuando se enteró que el euro que dejó a cambio no daba ni para un empaste! Acostumbrado a sembrar ilusión, se dijo que compensaría al abuelo por su gran error. ¿Cómo pudo equivocarse con el dormitorio? ¿Cómo podría compensar al abuelo?... Navegando con mil y una preguntas en su pequeña cabecita y cargado una vez más con la enorme dentadura postiza emprendió el arduo camino de vuelta…

miércoles, 10 de febrero de 2010

ÉRASE UNA VEZ...
Fuera hacía frío. Dentro del local todas las miradas confluían en su rostro. Sereno e irradiando felicidad. Fuera la noche dejaba un cielo cuajado de estrellas, dentro, solo un astro brillaba en el centro de la estancia.
Nadie hablaba. Todos los sentidos puestos en ella. Abrigada por la guitarra y el piano, su dulce voz se elevaba hasta el infinito.
De cuando en cuando, el silencio roto por un aplauso.Esta noche, no una noche ni aquella noche. ¡¡¡NO!!!, esta noche ha nacido una nueva estrella. Aún no tiene nombre, pero tiene una voz hermosa y envolvente. Si queréis saber de ella, los martes noche en la Carbonería(siempre que la agenda lo permita). Allí estará. Allí estaremos.

martes, 9 de febrero de 2010

Cuentos paralelos (1)

Pudo levantarse tras varios y fallidos intentos. Aquella artrosis le dificultaba hasta lo más fácil. Otro esfuerzo y logró ponerse las gafas. Sus rodillas perezosas se resistían a caminar, de modo que la próstata hizo de las suyas y no le dio tiempo de llegar al baño. Una hora había transcurrido hasta que por fin logró ducharse. El aroma a café y tostadas le hacía intuir que su hija hoy no trabajaba en turno de mañana, así que preparó su mejor sonrisa para ella. Pero… ¿Dónde habría puesto su dentadura?... el pañuelito seguía allí…


no era el fin...

Se acercó hasta la orilla. Aquel día todo había amanecido nevado. Era la primera nevada del invierno, y también la primera de su vida. Hasta entonces había vivido en el sol, en el cálido país de su familia. Ahora todo eso había quedado atrás: su vida, sus amigos, sus recuerdos...

Se acercó hasta la orilla. Desabrochó lentamente sus botas y las dejó a su lado, junto a la vieja mochila que desde hacía años le acompañaba.

Miró a lo lejos; en el horizonte el sol timidamente se zambullía en las aguas; un petrolero, o eso le pareció, recortó sobre él su perfil metálico.

Abrazó sus piernas dejando caer la cabeza entre ellas. Un viento helado le envolvió. Su cabello oscuro y rizado, su pálida piel, sus pies descalzos...su soledad. Fuen entonces cuando reparó en ella, en su mirada, en su sonrisa calmada y pétrea. La miró fijamente. ¿Cómo no la había visto antes?¿Tan grande era su dolor que todo a su alrededor había perdido su valor?¿Tan hastiado estaba?- Ella le devolvió la mirada. Le ofreció su sonrisa. El lo entendió todo. No estaba solo. No era el fin sino el principio. Aquella pequeña estatua de bronce, diminuta y solitaria; soñadora e imaginada; creada para amar y ser amada. Aquella pequeña estatua le ofreció la mano y él la tomó entre las suyas. Sonrieron juntos.

Desde aquel día, la Sirenita nunca más se sintió triste y él dijo adiós a sus botas y a su hastío.


lunes, 8 de febrero de 2010

Cuentos Bajo la almohada (1)

Y aquel ratoncito acostumbrado a cambiar diligentemente el dientecito por un presente diminuto o bien por una monedita, logró sorprenderse aquella fresca noche de febrero.
Primero no era capaz de deshacer el nudo del pañuelito, cosa que solía hacer sin dificultad. Lo intentó. Fracasó. Lo volvió a intentar. Vuelta a fracasar. Una hora estuvo trabajando en ello. Ya era un tema de amor propio, de modo que continuó deshaciendo el nudito durante casi dos horas. Cuando por fín lo logró encontró… ¡la dentadura del abuelo!

domingo, 7 de febrero de 2010

PROFECÍAS (1)

LOOK.

Según Acondonáttero de Meapilas, monje yugoslavo que vivió en el siglo XV, el XVI y el XVII, (sí, ¿qué pasa?: nació el 31/12/1499 y murió el 2/01/1601, listillos) “Allá por la primavera del año 1.982 el país organizador de un campeonato mundial de fútbol obtendría un resultado no dichoso (o molto desdichatto, según el texto original) si mantenía el peinado habitual de sus jugadores, con tres trenzas en lugar de ninguna, que era lo que se llevaría”.

En efecto, no se produjo ni un solo cambio en el look de los jugadores y el papelón que hicieron como anfitriones fue calamitoso, tal y como predijo Acondonáttero.

Entre las enormes consecuencias de aquello, hoy, veintisiete años después de los acontecimientos, el peluquero y estilista Dimitrio Baena, lector de profecías y defensor de como mucho la trenza única, malvive como director general de la McDonell Douglas.

El tal Dimitrio que fue expulsado en su día como asesor de imagen de “aquel” equipo nacional, sigue sin poder obtener licencia de apertura para su negocio. No ha habido quien le consuele hasta que, hace poco, el equipo nacional de “ese” país, consciente de la veracidad y cumplimiento de la profecía, se ha puesto a jugar al fútbol en lugar de rizar el rizo.

SUEÑO


Cerró los ojos antes de sumergirse. No quería que ninguna imagen enturbiase aquel momento mágico. El agua le envolvió de golpe en un principio, para convertirse en una caricia más tarde. Dejó su cuerpo unirse a aquel aliento acuoso y templado; sintió que flotaba, que se elevaba y descendía a cada respiración. Por un momento su corazón, sus pulmones y todo su ser regresaron al ayer, a ese ayer donde todo había comenzado.
Había otro latido acompasando al suyo. Una voz ajena a la suya pero tan igual a ella que creyó confundirse.
Permaneció durante horas, días o tal vez tan solo unos minutos. ¿Qué importaba el tiempo?Los relojes se habían detendido en aquella barca mecida por unas manos amantes.
Sus ojos continuaban cerrados a todo cuanto acontecía fuera. ¡Era tan hermoso lo que sentía!
Inspiró profundamente y su cuerpo se elevó sobre las aguas.
Oyó una voz. Abrió los ojos y allí estaba, su monitora que le recordaba que su clase había terminado.
¿Había soñado o realmente había vuelto al seno materno?

viernes, 5 de febrero de 2010

Coplillas antiguas

Soñé una noche que me casaba/ con una rubia angelical/
si ustedes quieren saber mi sueño/pongan atención, pongan atención
lo voy a contar/La Iglesia estaba llena de gente/dos mil bujías daban
su luz/en los salones resplandecían/regias cortinas regias cortinas de
raso azul/ La novia estaba pálida y bella/ sus ojos fijos en el altar/
yo la miraba lleno de júbilo/ no la dejaba de contemplar/ En esto que
salió el sacerdote/ y nuestras manos quiso enlazar/ pero al tocarlas
estaban tan frías/ que no tuve por menos que despertar/ Qué triste
noche qué desengaño/ al darme cuenta cuando desperté/ que eran los
hierros fríos de la cama las manecitas que yo creía de mi mujer.

Cosecha de la época de mi madre. Ya ha llovido.

La curiosidad

¿Qué tienes ahí en la frente?
Tu boca, que me besa.

¿Qué tienes ahí en las caderas?
Tu sexo que me aprieta.

¿Qué tienes ahí, en la mente?
Tengo sangre que bombeo
en estigmas de tu vientre.

miércoles, 3 de febrero de 2010

HOMENAJE.

Llegué al pueblo de Somereslintchen al atardecer, para rendir el último homenaje al que fue mi profesor de carpintería, el ilustre Malario Benergremd. Nadie salió a recibirme al domicilio del finado, donde el cochero me dejó con un “..erda de propina” perdiéndose a lo lejos.

Desde la puerta abierta, la escena era sobrecogedora: los familiares y allegados, viuda incluida, pateaban la cabeza del cadáver para hacerla encajar en el ataúd. De uno en uno, subidos en los afilados bordes del féretro, aplastaban con sus pies desnudos la frente y la cara de mi fallecido mentor, el hombre que mejor ha lijado una tabla en este mundo.

No pude más y grité desde la puerta.

-¡Quietos, por Dios!, -dije.

Se apartaron según me acerqué al cuerpo presente y, mirando a mi alrededor, cruzando con gravedad mis miradas con los que supuestamente velaban a un cuerpo para hacerlo encajar en otro mundo, saqué de mi maleta dos tablones lisos, anchos, perfectamente lijados y los coloqué sobre el ataúd, de lado a lado, a modo de dos puentes paralelos.

Entonces, con un pie bien apoyado en cada tabla, de un único golpe de bota encajé a la perfección la cabeza con orejas y gafas de Malario dentro de su envase para la Eternidad.

Tímidos al principio, los aplausos acabaron siendo atronadores. La mayoría, gente de espíritu abierto, reconoció la barbaridad de colocarse descalzo sobre los bordes afilados de un ataúd de cinc e intentar golpear sintiendo grandes molestias en las plantas de los pies.

Al día siguiente, tras dejar las dos tablas como regalo, regresé a mi casa.

NOCHES DE SUEÑOS

Cenicienta miraba la calabaza mientras el Patito feo salía a toda prisa del agua. Las agujas del reloj se aproximaban a la media noche. La luz de las estrellas atravesaban como lanzas el viejo tejado de madera de la casa. Allí, en la siempre joven Carbonería, unos acordes de guitarra acompañaban suavecito a un piano cadencioso, envolviendo de alegría la estancia.
La pequeña niña de ojos claros y rizos alborotados descalzó sus piés. Hiedras y flores comenzaron a ascender por sus piernas, ofreciendo a los ojos amigos una hermosa estampa. Recitó despacito. Atrapó los sueños. Lanzó al viento sus palabras.
Cenicienta miró asombrada la calabaza. La luna se unió a la fiesta. Un empujoncito...otro más...y la timida Cenicienta dejó brotar la voz de su garganta.
Calló la noche.
Calló la mañana,
cantó la niña,
acompañada de la guitarra.
Era una noche fría, por los sueños arropada...
Leyó la niña sus versos...
Cantó la niña canciones...
Acordes de guitarra.
Se asomaron las estrellas y la luna.
La media noche se acercaba.
Todavía existen sueños.
Todavía, quedan ESPERANZAS