martes, 9 de febrero de 2010


no era el fin...

Se acercó hasta la orilla. Aquel día todo había amanecido nevado. Era la primera nevada del invierno, y también la primera de su vida. Hasta entonces había vivido en el sol, en el cálido país de su familia. Ahora todo eso había quedado atrás: su vida, sus amigos, sus recuerdos...

Se acercó hasta la orilla. Desabrochó lentamente sus botas y las dejó a su lado, junto a la vieja mochila que desde hacía años le acompañaba.

Miró a lo lejos; en el horizonte el sol timidamente se zambullía en las aguas; un petrolero, o eso le pareció, recortó sobre él su perfil metálico.

Abrazó sus piernas dejando caer la cabeza entre ellas. Un viento helado le envolvió. Su cabello oscuro y rizado, su pálida piel, sus pies descalzos...su soledad. Fuen entonces cuando reparó en ella, en su mirada, en su sonrisa calmada y pétrea. La miró fijamente. ¿Cómo no la había visto antes?¿Tan grande era su dolor que todo a su alrededor había perdido su valor?¿Tan hastiado estaba?- Ella le devolvió la mirada. Le ofreció su sonrisa. El lo entendió todo. No estaba solo. No era el fin sino el principio. Aquella pequeña estatua de bronce, diminuta y solitaria; soñadora e imaginada; creada para amar y ser amada. Aquella pequeña estatua le ofreció la mano y él la tomó entre las suyas. Sonrieron juntos.

Desde aquel día, la Sirenita nunca más se sintió triste y él dijo adiós a sus botas y a su hastío.


7 comentarios:

Paquita dijo...

Beli.Que hermoso poema,te felicito
por escribirlo y tambien por romper la desgana de laque te quejabas el pasado martes, ¿lo recuerdas?, ojala yo hiciese lo mismo, ya veremoos. Un beso fuerte

inma dijo...

Precioso Beli. En momentos de soledad hasta una mirada de bronce es capaz de consolar.

Peneka dijo...

¡¡¡joooooooooooooooooooooo, ¿dónde está mi foto?

inma dijo...

Beli, lo siento chica. Estaba intentando ponerla al lado del texto y ¡ha desaparecido! sorry, sorry! Súbela otra vez que prometo no tocar más.

Gabriel dijo...

Soñar, imaginar. Que se hagan por sí mismos, sin huir de nada. Encontrar ganas de vivir gracias a poemas como éste, sin dobleces.
Muy bueno.

Clea dijo...

No hay como compartir soledades.
Bonito, Beli.

Isa dijo...

Cuando uno llega a un lugar extraño, y sobre todo, cuando sabe que es para mucho tiempo, lo mejor es agarrarse pronto a lo más amable que ese lugar te ofrezca. La cuestión es aprender a buscar la felicidad estés donde estés. Muy bonita tu metáfora. Un beso.