lunes, 8 de febrero de 2010

Cuentos Bajo la almohada (1)

Y aquel ratoncito acostumbrado a cambiar diligentemente el dientecito por un presente diminuto o bien por una monedita, logró sorprenderse aquella fresca noche de febrero.
Primero no era capaz de deshacer el nudo del pañuelito, cosa que solía hacer sin dificultad. Lo intentó. Fracasó. Lo volvió a intentar. Vuelta a fracasar. Una hora estuvo trabajando en ello. Ya era un tema de amor propio, de modo que continuó deshaciendo el nudito durante casi dos horas. Cuando por fín lo logró encontró… ¡la dentadura del abuelo!

6 comentarios:

Isa dijo...

Ja, ja, ja...!!! ¡Qué bueno!
¡Con esos nudos que tanto les gusta hacer a los abuelos! ¡Y anda que no los aprietan ni na!
Has unido en este cuentecito la niñez y la ancianidad; probablemente por lo parecidas que pueden llegan a ser las dos.
¡Buen golpe, Inma!

Anónimo dijo...

y el ratoncito también anda un poco gagá, porque si era la cama del abuelo...
Luisa

Gabriel dijo...

¡Jajajay!
¡Qué golpe! ¡Pobre ratón Pérez, pero encomiable su afán de no ceder ante las dificultades!
Un giro simpático para hacer el clásico más redondo y más amable: Has hecho un ratón multigeneracional.
Besos

Clea dijo...

Jaja.
¡Muy bien por los derechos de los dientes del abuelo! Un importante precedente.

Peneka dijo...

¿y qué "regalito" se le pone a tan "móvil" presente?

¡¡¡Pobre ratoncito, se le saldrían sus ojillos de las cuencas...!!!

Anónimo dijo...

Inma, eres la bomba. Tus cuentos me pueden, cómo cuentas las cosas, me has tenido intrigado hasta al final, sin saber por dónde ibas a salir. El nudo, el amor propio del ratón, casi el sudor del pobre sentía, y en tan poco. Eres una máquina, muchas gracias por contarme estos cuentos, eres certera y delicada al engranar tus inventos. Me dejas patitieso.